López-Pelegrín

Gonzalo López-Pelegrín


 España | 1951




1989 | 38 años
Nacida para las hamacas bajo cielos indulgentes
Óleo sobre lienzo.
Colección particular




2006 | 55 años
Recuerda que eres mortal
Óleo sobre lienzo.
Colección particular




2006 | 55 años
Macao la nuit
Óleo y periódicos asiáticos sobre lienzo.
Colección particular




2010 | 59 años
El Gallo Bilingüe
Óleo sobre escayola y lienzo.
Colección particular




2022 | 71 años
El año en que Modigliani pasó por Elche
Óleo sobre lienzo.
Colección particular




2024 | 73 años
Ava Gardner, el animal más bello del mundo
Óleo sobre tabla entelada.
Colección particular




Biografía:
    Pintor surrealista y duchampiano español nacido en Madrid. Las diferentes facetas de su obra abarcan desde la creación pictórica más pura hasta la ejecución de esculturas tipo “objet trouvé”, pasando por el collage y las instalaciones. En sus obras le caracteriza un dominio de las formas y colores, que llaman enseguida la atención del observador, mientras que de telón de fondo laten cuestiones que plantea desde una posición irónica con grandes dosis de humor. Su poesía visual nada en un océano de surrealismos, donde la realidad se desvanece creando un universo mágico, las formas reconocibles se transforman hasta renacer con una vida propia que traspasa los límites de lo esperado. Pero no todo queda en el ámbito de las dos dimensiones. Su obra escultórica, una serie de objetos que han perdido su función original y que el artista ha convertido en obra de arte, apela a mundos imaginarios, estableciendo un diálogo con el espectador, como un exponente más del variado y colorido surrealismo salvaje que el artista nos plantea. López-Pelegrín se convirtió en el retratista de moda tanto de la alta sociedad madrileña como de algunos afamados artistas casi sin quererlo, su mundo propio es tan rico y original plásticamente que desde hace algunos años sus amistades empezaron a encargarle sus propios retratos o los de sus hijos o mascotas queridas. Y él los realizaba, pero aportando mucho más que el mero rostro al óleo de la persona que lo requería y haciéndolo de una manera única y exquisita, en torno al personaje pintado. Peces, flores, tejidos, insectos, mapas, ciudades, universos, caligrafías, todo esto y mucho más, son elementos que utiliza en abundancia manierista para rodear a sus retratados y poblar con significados el mundo de cada uno, como si pudiéramos a la vez contemplar el rostro de la persona, con técnica precisa, y su mundo subjetivo, lo que ni siquiera el personaje sabe de él. Por todo lo dicho, Lopéz-Pelegrín es lo contrario a un retratista superficial. Ni lo es en su técnica ancestral al óleo, ni en sus composiciones estudiadas ni, sobre todo, en el resultado de sus obras, quedan en esos lienzos retratadas las personas como son por fuera físicamente en el momento del retrato, pero con la enorme riqueza de estar rodeados por sus mundos de fantasía y de sus sueños. © Bárbara Aranguren



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