1890 | 46 años Yo mismo Óleo sobre lienzo. The National Gallery. Praga 143 x 110 cm. |
1892 | 48 años El Centenario de la Independencia Óleo sobre lienzo. Getty Center. Los Angeles 110 × 57 cm. |
1894 | 50 años La Guerra Óleo sobre lienzo. Museo de Orsay. París 114 x 195 cm. |
1897 | 53 años La gitana dormida Óleo sobre lienzo. MoMA. Nueva York 139.5 x 200.7 cm. |
1907 | 63 años La encantadora de serpientes Óleo sobre lienzo. Museo de Orsay. París 169 x 189.5 cm. |
1908 | 64 años Vue du pont de Sèvres Óleo sobre lienzo. Hermitage. San Petersburgo 81 × 100 cm. |
1909 | 65 años Florero con una rama de hiedra Óleo sobre lienzo. Albright-Knox Art Gallery. Buffalo 45.4 x 32.7 cm. |
1910 | 66 años El sueño Óleo sobre lienzo. Colección Nelson Rockefeller 204.5 x 298.5 cm. |
Biografía: Pintor francés conocido como el Aduanero. Artista autodidacta, está considerado uno de los pintores naïfs más notables. Sus colores fuertes, diseños planos y contenidos imaginativos, fueron ensalzados e imitados por los pintores europeos modernos. Nació en Laval, hijo de un hojalatero. Abandonó la enseñanza secundaria para realizar el servicio militar, durante el que estableció contacto con algunos soldados que habían regresado de México después de la campaña francesa en apoyo del emperador Maximiliano, que reinaba en este país. Sus descripciones inspiraron la exuberancia de las intensas escenas de selva que van a constituir el contenido de muchas de las pinturas de Rousseau. Después de licenciarse, obtuvo un empleo en la oficina municipal de recaudación de arbitrios de París, de ahí su apodo, aunque nunca fue aduanero. Al jubilarse en 1885, se dedicó por entero a la pintura. Aunque careció de una formación académica, Rousseau manifestó muy pronto una gran destreza en sus composiciones y en el uso del color. Desde 1886, en que expuso su obra en el Salón de los Independientes, despertó la admiración de los pintores contemporáneos, Paul Gauguin y Georges Seurat. Después de pintar sobre todo retratos y escenas parisinas, comenzó en la década de 1890 a realizar composiciones muy originales, llenas de fantasía. Son los cuadros de su estilo más maduro que representan típicas escenas tropicales con figuras humanas en reposo o en movimiento, junto a bestias misteriosamente encantadas en una quietud activa. El sueño (1910) muestra a una figura desnuda recostada cerca de leones y otros animales feroces, en una selva de colores vivos, llena de enormes plantas. En La gitana dormida (1897), una mujer duerme plácidamente en un desierto mientras un león, con su cola en movimiento, la examina lleno de curiosidad. Estas obras, así como El león en la selva (1904-1906), se conservan en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. © M.E. |