Orinoco (fragmento)Emilio Carballido
Orinoco (fragmento)

"La luz ha cambiado: es ya tarde. No hay nadie. Entra Fifí corriendo, del fondo.
FIFÍ: -¡Mina, Mina!
Viene Mina del segundo camarote.
MINA.-¡Chica, ya sé lo que pasó anoche!
FIFÍ. ¡Pasó una canoa, llena de indiecitos!
MINA.-¿Anoche?
FIFÍ.-Ahora mismo. ¡Todos con fleco, con sus adornos en la nariz y sus rayas pintadas! Les grité y les hice señas, a ver si nos ayudaban.
MINA:-¿En qué? ¿Tú crees que saben manejar este barco? ¿O querías irte a la selva con ellos?
FIFÍ.-Para ver si nos ayudaban... así en general. Pero no me entendieron y nada más me regalaron estos collares. Mira, están lindísimos, ¿no?
MINA.-(Irritada) Sí, preciosos. Coño, ¿quieres o no quieres saber lo que pasó anoche?
FIFÍ: ¡Allí viene otra curva!
Sube corriendo al timón. Las dos se han quitado la ropa de show y traen batas o trapos viejos de entre casa, aunque algún destello de fantasía conserven encima. Mina va a lo alto de la escalera y le cuenta a gritos:
MINA.-Anoche, los que pateaban nuestra puerta, eran el capitán y todos sus malandros. ¡Porque querían violarnos, chica! ¡Entre todos! ¿Tú te imaginas? ¡Endereza el barco!
FIFÍ.-(Grita) Pues no me cuentes esas cosas mientras muevo el timón.
MINA.-Qué gente más mala, ¿has visto?
FIFÍ.-¿Y qué pasó luego?
MINA.-Mejor acaba de manejar; ya viene un tramo recto. ¡Para no creerse las cosas que pasan en la vida!
FIFÍ. Y más raro todavía, las cosas que no pasan.
MINA.-¿Cómo?
FIFÍ.-Figúrate: tanto asesinato, tanto horror, violaciones, pueblos ardidos, bombas, destripamientos, avionazos, secuestros, volcaduras y choques, todo... Y lo raro es que a algunos nos pase menos que a otros. Es de no creerse las cosas que no le pasan a una en la vida. Ay, de la que nos salvamos. Seguro que después nos habrían matado, para que no los denunciáramos. ¿Y cómo se les quitaron las ganas de violarnos?
MINA.-¡No se les quitaron! Querían romper la puerta. Y entonces vino el negro y los tiró a todos al agua. Le dieron las puñaladas que viste.
FIFÍ.-Yo vi una.
MINA.-Fueron dos. Tiene otra en el hombro, ya le curé. Pelearon por todo el barco, de película, chica. Pobrecito negrito bueno y santo, ay chica, acabó con todos, él solito, tan valiente y tan precioso. Se los han de haber tragado los caimanes; Y había uno que me gustaba mucho, el catire flaco...
FIFÍ.---Voy a curar a mi negro divino y a darle las gracias.
MINA-Ya lo curé. Allí mismo hay un botiquín. Pero tiene calentura.
FIFÍ.-¿De cuál?-
MINA.-De enfermedad, ¿de cuál querías?
FIFÍ.-Yo no quería, nada más pregunto. Voy a verlo. (Sale)
Mina va a la proa, recita como para si. Al sentir que Fifí vuelve, cambia a su estilo profesional.
MINA.
Soledades fulgentes de las noches,
estrellado croar, flautas acuáticas;
en las crestas se yerguen sílbos verdes
y hay bulbos que se entreabren como trampas voraces
y hay tallos que se doblan y marchitan
hacia el fragor de una raíz lentísima,
plantas de sueño con los ojos fijos,
yerbas de brillo y sombra, parásitas de muerte.
Se escuchan retumbar caídas de agua,
desgarrarse entre rocas sedas de agua,
chapotear lenguas en el barro fofo,
fluir un lento lomo de aceites y de savias. ...
Corren ríos de fango y de semillas,
ríos de insectos, ríos de luceros,
ríos de grasas, pétalos y zumos,
ríos como tumultos de bestias enceladas;
El trueno vegetal de aquellas aguas
hasta las costas del Levante rueda
y allí se vuelve herida de una boca,
cuello abierto, ramaje de venas de algún delta.
Vuelve Fifí.
MINA.-¿Vieras qué linda serie de recitales hice en San Salvador? En las primarias.
FIFÍ.-Se llama Salomé.
MINA.-¡Pero ese es un nombre de mujer!
FIFÍ.-En este caso, te aseguro que no.
MINA.-Empezó a bajar el sol.
FIFÍ.-¿A qué horas debíamos llegar a Pío XII?
MINA.-Ya de noche. Eso decían los malandros.
FIFÍ.-Mina: ¿qué vamos a decir si nos preguntan qué sucedió?
MINA.-La verdad, ¿qué otra cosa?
FIFÍ.-¿Y qué le van a hacer a Salomé?
MINA.-Cierto, chica, cierto... Si acabó con ocho... ¿Qué le irán a hacer?
FIFÍ.-¿Ya ves?
MINA.-Puede decir... ¡que fue en defensa propia! Y nosotras somos testigos.
FIFÍ.-Mira, Mina: vamos con un contrato para tal burdel. Como que eso no suena decente. Y este negro es un cargador. Los jueces nunca están con la gente como nosotros, ya los conoces. "



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