Dar el tiempo: la moneda falsa (fragmento)Jacques Derrida
Dar el tiempo: la moneda falsa (fragmento)

"Abordar, si puede decirse, la moneda falsa de Baudelaire es aún más difícil: hemos empezado a vislumbrarlo desde el principio y, desde el título, el borde para sustraerse, dividirse o multiplicarse, desdibujar su línea. La deslinealización afecta, ciertamente, a la continuidad rectilínea o circular de una línea pero también compromete la identidad y la indivisibilidad del trazo lineal, su consistencia misma de trazo contraído consigo mismo, su unidad de trazo. Ahora bien, ¿qué es un borde o un abordo desde el momento en que la indivisibilidad del trazo no está garantizada?
El don, si lo hay, será siempre algo sin borde. ¿Qué quiere decir aquí "sin"? Un don que no desborda, un don que se dejase contener en una determinación y limitar por la indivisibilidad de un trazo identificable no sería un don. En cuanto se delimita, el don es víctima del cálculo y de la medida, del dominio y de la métrica, de la salvaguarda del control y de la reapropiación subjetivante. El don debería, si lo hay, desbordar el borde, ciertamente, hacia la desmesura y el exceso; pero también debería suprimir su relación con el borde, e incluso su relación transgresora con la línea o con el trazo recortable de un borde. El "sin" no es sólo el "allende" o el "más allá". Consecuencia, de paso, de esta "lógica" de un "sin" que no sería ni negativo ni transgresor: allí donde hay castración y problemática de la castración (como lo sugería la dedicatoria de la serpiente, el todo y la parte), hay racionalidad del borde y no hay don, ni siquiera una posible problemática del don.
Pero, ¿quién dice que tenga que haber don y problemática del don? Seguro que ni la razón ni un principio de razón en general. La cuestión de la razón es la que se nos plantea aquí, no lo dudamos, la de la razón práctica en no menor medida que la de la razón teórica o especulativa, tanto más cuanto que cierta especulación asediará siempre la moral o la fe. Mantengamos en reserva toda la amplitud de esta cuestión, pero recordemos que, aunque es preciso argumentar siempre dando razones, nunca puede haber razón de dar (si la hubiese, el don, una vez más, ya no sería un don sino un cálculo o un intercambio); lo cual deja abierta, como una cuestión totalmente distinta, la de saber lo que pasa cuando se da la razón al otro, acto que desborda también el orden de la razón teórica por el lado de los valores de agravio y de perdón. "



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