Cómo leer a Lacan? (fragmento)Slavoj Zizek
Cómo leer a Lacan? (fragmento)

"En esta descripción aparentemente poética de esa criatura mítica que Lacan llama "laminilla" -el órgano que le da cuerpo a la libido-, cada palabra tiene su peso. Lacan imagina la laminilla como una versión de lo que Freud llamaba "objeto parcial": un extraño órgano que mágicamente se autonomiza y sobrevive sin el cuerpo al que debería pertenecer, como la mano cortada de las primeras películas surrealistas o la sonrisa del gato de Cheshire en Alicia en el País de las Maravillas, flotando en el aire, sola, aunque el cuerpo al que pertenece ya no esté presente: "De acuerdo -dijo el Gato; y esta vez desapareció despacito, con mucha suavidad, empezando por la punta de la cola y terminando por la sonrisa, que permaneció un rato allí, cuando el resto del Gato ya había desaparecido. ¡Vaya! -se dijo Alicia-. He visto muchísimas veces un gato sin sonrisa, ¡pero una sonrisa sin gato! ¡Es la cosa más rara que he visto en toda mi vida!". La laminilla es una entidad puramente superficial, sin la densidad de una sustancia; un objeto infinitamente plástico que puede cambiar incesantemente de forma e incluso transponerse de un medio a otro: imaginemos un "algo" que primero se escucha como un sonido agudo, y que después se muestra como un cuerpo deforme y monstruoso. Una laminilla es indivisible, indestructible e inmortal, más precisamente, un muerto vivo en el sentido que este término tiene en las películas de terror: no la sublime inmortalidad del espíritu, sino la obscena inmortalidad de los "muertos vivientes" que, después de cada aniquilación, se regeneran y siguen arrastrándose. Como dijo Lacan, la laminilla no existe; insiste: es irreal, un puro semblante, una multiplicidad de apariencias que parecen envolver un vacío central -su estatuto es puramente fantasmático-. Esta insistencia ciega e indestructible de la libido es lo que Freud llamó "pulsión de muerte", el nombre freudiano que paradójicamente designa su opuesto, la forma en que la inmortalidad se inscribe en el psicoanálisis: un exceso de vida siniestro, un impulso de muerto-viviente que persiste más allá del ciclo (biológico) de la vida y de la muerte, de la generación y de la corrupción. Freud identifica la pulsión de muerte con la "compulsión de repetición", un impulso ominoso a repetir experiencias dolorosas del pasado que parece exceder las limitaciones naturales del organismo y persistir más allá de la muerte. La relación entre la pulsión de muerte y el objeto parcial se encuentra claramente representada en el cuento fantástico de Andersen "Los zapatos rojos", la historia de una joven que se pone unos zapatos mágicos que tienen vida propia y que la fuerzan a bailar sin parar. Los zapatos representan la ilusión incondicional de la joven, que persiste ignorando las limitaciones humanas, de manera tal que el único modo en que la pobre muchacha puede deshacerse de ellos es cortándose las piernas. "


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