De la barbarie a la imaginación (fragmento)R. H. Moreno-Durán
De la barbarie a la imaginación (fragmento)

"Pero una ciudad es un mundo de muchas páginas. Su palpable exterioridad de concreto y acero, sus monumentos y avenidas, su fauna díscola o amable, sus tugurios y catedrales, sus transeúntes nativos o foráneos, ocultan una verdad más profunda: su interioridad, es decir, la subjetividad de la convivencia urbana. Al pasar de un sector al otro, del frontis del rascacielos a la penuria del inquilinato, el transeúnte -esto es, el novelista- deja de ser un mero peatón y deviene fläneur, un atento lector y a la vez amanuense de lo que le dicta su entorno. La ciudad es entonces ese libro cuyos distritos se hojean como capítulos, sus calles se agotan como párrafos y sus monumentos se glosan como inmejorables notas a pie de página: un asterisco para profundizar un ápice en su historia o en su drama.
(…)
De ahí la sugerente necesidad de convertir al transeúnte en lector y al habitante de la casa en autor de una escritura que no es otra que la de la cotidianidad libre y desnuda. Porque al formar parte de un recinto que es un texto y de una ciudad -todo un país- que esconde una lectura, los involucrados se ven impulsados a mudar su identidad en lenguaje. Seres de lenguaje serían esos habitantes y el ámbito de sus pasiones el libro. Un libro extraño e ininteligible para quienes sólo conocen una lengua excluyente y violenta, inmediata y agraria, multicolor y telúrica. No es buen lector quien sólo ve lo que tiene delante de su ventana, sea una calle huérfana de drama o un establo, nunca lo que define el ámbito que habita: sus pasiones, sus miserias, sus fastos y que, por desdén o miopía, ignora el párrafo más importante de su vida diaria, esa página que se multiplica hasta conformar el capítulo más intenso y complejo de la vida colectiva: el libro de la urbe."



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