Los cuervos están de luto (fragmento)Hugo Argüelles
Los cuervos están de luto (fragmento)

"TODOS: Buenas noches...
MATEO: (Entrando apenado)
Buenas noches.
TODOS: (Sarcásticos)
Buenas noches.
PIEDAD: (Sin inmutarse)
Les he preparado un caldito para que no pasemos la noche en claro.
(Ofreciendo la olla). Hágame el favor, doña Gude...
DOÑA GUDE: (Recalcando las palabras)
¿Estás segura de haber matado al pollo, Piedacita? Porque me parece que la pechuga brinca todavía.
DOÑA TULA: Yo creo que todavía no está muerto.
PIEDAD: No, todavía no, pero lo estará apenas le llegue el aliento de ustedes.
Todos se escandalizan. Se oyen murmullos y frases simultáneamente.
DOÑA CARITO: ¡Qué descarada!
DON RUTILO: ¡Poca vergüenza!
DOÑA ROSACONCHA:
¡Vámonos, Rutilo!
GELASIO: Piedad, ¿qué estás diciendo?
PIEDAD: (Dejando la olla en manos de Gelasio! ¡Tú sabes que he hecho todo lo posible Gelasio, tú lo sabes! (se prepara a una fingida escena de llanto). Ustedes no se dan cuenta, no pueden darse cuenta... Han sido días y días de agonía. No, no se ha muerto. Don Lacho está agonizando... Sí, es cierto. Pero nosotros les hemos avisado porque necesitamos su compañía... Porque queremos que se den cuenta. ¿Quién de ustedes no sabe lo difícil que es la vida y lo que cuesta cada día? Nosotros hemos tenido que abandonar todo para cuidar a don Lacho... Y eso ha sido todo este tiempo. ¡Por favor, comprendan! ¡Sólo somos mi marido y yo, mi marido y yo solos para todo el trabajo! Ustedes saben lo que es eso... Algunos de ustedes trabajan en el campo... Nadie nos ha ayudado... Yo comprendo, ustedes tienen también sus labores, su tiempo ocupado y no nos podían ayudar... Yo lo comprendo. Por eso les pido comprensión para nosotros... Dense cuenta.
(Los vecinos se van aplacando) Mientras la casa se nos está cayendo (Gelasio ve asustado el techo) y no podemos repararla porque todo se nos ha ido en médico y medicinas... Ya no podemos más. El frijol se nos echó a perder, las vacas están secas, porque apenas les podemos comprar pastura... Ayer se me murieron seis gallinas... (Murmullos) ¡No, no son las que les serví en el caldo! Esas son fresquitas. Las otras las tiré entre las ortigas. Cada día que pasaba nos quedábamos más pobres y el doctor dijo que hoy se moriría. ¿Qué tiene de malo que hagamos el velorio antes? Los velorios son para rezarle a las almas, ¿no? ¡Pues les pedí que vinieran para eso: para rezarle a su alma! ¿O qué? ¿Hay que esperar que se muera para empezar a hacerlo? (Los vecinos bajan las cabezas, desconcertados) ¿Quién no lo hubiera hecho en mi caso? ¿Quién? (Llora en hombro de Gelasio. Este no ha soltado la olla. Ve a Piedad, deja la olla en la mesa y la abraza, fingiendo consolarla. En tanto, Piedad sigue llorando y se aleja hacia la ventana, donde tapándose a medias el rostro con el chal, espía a los vecinos y nota que los ha convencido. Emite todavía unos gemidos, y luego se dedica a observarlos. Gelasio no sabe qué hacer, Mariana toma la olla y lo llama).
MARIANA: (Indiferente) Gelasio, ayúdame a servir el caldo. (Gelasio la ayuda a repartir las tazas) Tome usted el caldito... Que no se diga que hay rencor.
DOÑA GUDE: Sí, después de todo, no está tan mal.
DOÑA TULA: Yo sí se lo acepto... a usted, Marianita.
Los vecinos, al tiempo que toman su caldo, empiezan a dividirse, formándose tres grupos escénicos. En primer plano las vecinas.
DOÑA ROSACONCHA: ¡Qué frío está haciendo! ¿Verdad?
DOÑA CARITO: Dicen que el otro domingo va a haber feria en la Concordia.
DOÑA TULA: ¡Pa’ feria, el manicomio que está junto!
DOÑA ROSACONCHA: ¿Qué les parece mi vestido? Se lo compré en abonos a Salum.
DOÑA CARITO: ¡Lástima de gasto! Ahora tíñalo, ¿no?
En segundo término, Piedad habla con Mariana, Gelasio y Mateo observan apenados a los vecinos.
PIEDAD: ¡Hazme favor! Nomás vieron el caldo, se aplacaron.
MARIANA: No, mujer. Es que tú supiste imponerte. "



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