Estudios sobre la Guerra de Independencia (fragmento)Juan Catalina
Estudios sobre la Guerra de Independencia (fragmento)

"En este día, 19 de julio, se advierten novedades de grande momento, y todos calculamos por ellas una retirada muy próxima de las tropas enemigas. Ayer tarde extendieron sus agentes la voz de que venían de Aragón, por el camino de Sigüenza y Guadalajara, doce mil soldados con el general Palombini, y que debían llegar en este día. Pidieron á este subprefecto doce mil raciones, y para prevenirlas se embargaron en las eras todos los granos que había limpios, presentándose el subprefecto y demás subalternos á arrancar de las manos del pobre labrador el fruto de sus tareas y sudores, y tomó otras providencias violentas. En esta mañana ya se han aumentado los pedidos hasta treinta y seis mil raciones, y vociferan los afrancesados que vienen tres divisiones de Aragón: han salido cuatro columnas de infantería y caballería á recorrer los pueblos comarcanos, coger cuanto ganado lanar encuentren, traerse todas las caballerías y carruajes que haya, conducir granos y exigir grandes sumas de dinero; y hemos visto con lágrimas en nuestros ojos llenarse esta plaza del mercado al anochecer del ganado acarreado de los pueblos y de todos los animales y muebles saqueados por los enemigos, que parecía un infierno; cada soldado cogía su cordero, carnero ó lo que antes pillaba y cargaba con ello, pudiéndose asegurar que una quinta ó sexta parte ha sido destrozada de esta manera. En esta ciudad han de estar aprontados doscientos cuarenta y ocho mil reales para mañana muy temprano: han de presentarse todas las caballerías mayores y menores y carruajes, y todavía esperamos con temor otros males, al tiempo de la despedida si se van según calculamos. Para todo amenazan con pena de la vida, y serán capaces de asesinar á cualquiera con sólo que replique, por la cólera y el furor que manifiestan, deseando vengar en los pobres paisanos indefensos la rabia que les devora, señal que nos indica el dolor y vergüenza que sienten por tener que abandonar este país, que juzgaban dominado, y que con tanta seguridad habían creído suyo, como si no hubiese españoles ni ingleses en el mundo capaces de hacerles soltar la presa. El corazón de todos los hombres de bien rebosa alegría; pero no nos atrevemos á manifestarla exteriormente, porque sería un delito, y con mirarnos de paso por las calles nos entendemos y alegramos mutuamente.
En esta tarde del mismo día, el coronel Hugo, del Regimiento Real, extranjero, que es el que ocupa de guarnición la ciudad, nos ha dado un gran susto, ó con el fin de intimidarnos, ó con el de tomar un pretexto para saquear. Ha condenado á ser fusilado á un vecino honrado llamado Liso, porque en el portal donde vende vino se han hallado unos cartuchos con bala, que había comprado á un soldado en pago del vino que le debía. Llevaron al paisano á la prevención, golpeándole y maltratándole, y al punto se extendió la voz de que le iban a fusilar, como en efecto lo había determinado el coronel; se buscó confesor que le confesara y se confesó. Todos estábamos atónitos con esta desgracia, y se aventuraron el cura y personas de la ciudad más recomendables á interceder por él, las que pudieron conseguir la respuesta de que si la ciudad se portaba bien en los pedidos que hiciese el subprefecto, sería perdonado: se mantiene preso y esperamos que no perderá la vida.
Ya se descubre el plan de retirada al anochecer del mismo día, cuando vemos á los empleados de este Gobierno intruso, españoles espurios, disponerse para marchar con la tropa, pues, á quedarse sin ella, serían arrastrados y asesinados por el pueblo. No hay duda en que se acerca el momento de nuestra libertad y felicidad. El subprefecto, el alcalde mayor, el comandante Azlor, el administrador de rentas, el de bienes nacionales, el sello ó registro y todos los dependientes preparan su viaje, lloran su desgracia, gimen sus familias y todo es lamento y lágrimas entre ellos. Ahora experimentan ellos los efectos de la infidelidad á su patria, y ahora los buenos españoles recogen el fruto de su honradez.
En este día, 20 de julio, se ha verificado la salida y marcha de guarnición y de empleados de esta ciudad para Madrid; todos se han ido á las diez de la mañana, llevándose un sinnúmero de carros y caballerías, la mayor parte de sus muebles y la maldición de todos los hombres honrados. Ellos todavía llevan la esperanza de volver á esta ciudad con sus destinos; pero nosotros esperamos lo contrario. La ciudad en este día parece un pueblo de aturdidos; nadie atiende á su negocio, ni trabaja á su oficio; todos, llenos de incertidumbre, observan, registran y esperan con impaciencia el resultado de esta novedad, y mientras tanto pasan malísimos ratos con los oficiales alojados, que tienen mal humor, esperando y temiendo por despedida otro saqueo sobre el que se ha sufrido en la exacción de dinero, granos y bagajes, para el cual, cada uno se ha preparado escondiendo sus mejores muebles y alhajas en camaranchones, sótanos y rincones. Por último, ha logrado la mujer del comandante de esta plaza que se ponga en libertad el paisano destinado para ser fusilado. "



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