Platón político (fragmento)Giorgio Colli
Platón político (fragmento)

"Conviene ahora volver atrás y esforzarnos por
comprender en síntesis la complejísima evolución que lleva al filósofo a la visión poderosamente constructiva de este diálogo. Ya hemos indicado de qué modo Platón pasó de la rígida postura socrática al dualismo del Gorgias y cómo este posicionamiento fue superado de nuevo durante su viaje a Italia y a Sicilia; al regresar a Atenas, desarrolló, práctica y teóricamente, su concepto de educación, convencido
de poder resolver en breve el problema de forma definitiva. Sin embargo, las dificultades no habían sido vencidas, y el dualismo entre lo ideal y lo real surgió otra vez, diáfano e insuperable: en esta presencia alterna del dualismo y de su posterior superación, hay a fin de cuentas la perpetua dialéctica que constituye en cierta manera la razón fundamental de la evolución del pensamiento platónico. Él no consiguió entonces conciliar la moral con la política; el individuo virtuoso le pareció demasiado alejado de la comunidad, y la justicia de Sócrates, demasiado diferente de la justicia legal. En aquellos mismos años, 385-384, después de esta nueva preocupación, dirigió su pensamiento a la teoría de las ideas. Aquella distancia inmensa de un mundo divino, superuranio, que se había manifestado en la Apología y en el Gorgias por medio de la transfiguración de la figura de Sócrates, adquiere ahora un valor lógico-metafísico; nace así el Fedón, donde esta extrema posición idealística se manifiesta una vez más a través de la figura de Sócrates, que con excelsa sublimidad pronuncia una condena absoluta de la vida sensible y proclama, para el verdadero filósofo, la necesidad de retirarse en la soledad ascética, pero donde esta actitud es al mismo tiempo concretada mediante la nueva teoría metafísica de las ideas. El Gorgias imprecaba contra el
mundo que impide la acción del filósofo, y el Fedón mira este mundo con una compasión casi cristiana y con la conciencia de la vanidad de la lucha y de la aspiración a actuar; a pesar de ello, cuanto más profunda es la renuncia del Fedón a la vida, tanto más intensa es la reacción de la parte más íntima de Platón, que es en esencia fuerza e ímpetu activo, y ahora encuentra la forma de incorporarla a sus creaciones más universales, el Banquete y la Repú­blica.
La doctrina del amor es lo que permite a Platón llegar a este punto culminante: el eros es como el puente tendido sobre el abismo entre lo real y lo ideal, que realiza su función mediadora de un modo mucho más completo que la educación musical, porque es más universal que ésta el significado que adquiere el amor como fuerza cósmica que impulsa a todos los seres hacia la idea de lo bello. El eros tiene sus raíces en la parte afectiva del hombre y tiende a lo bello a través del contacto que establece entre los hombres; esta fuerza, este impulso del individuo que le lleva a alcanzar lo ideal, halla
su realización gracias a la comunidad. Platón, una vez más, ha unido los contrarios, y en esta ocasión la victoria tiene visos de ser definitiva: el pesimismo del Fedón es sustituido por el optimismo del Banquete, la comedia sucede a la tragedia, y de nuevo la vida política está justificada. "



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