Nana (fragmento)Chuck Palahniuk
Nana (fragmento)

"El bibliotecario es un tipo con el pelo largo y liso recogido en una coleta. Tiene pendientes en las dos orejas, aros de pirata, y lleva un jersey a cuadros sin mangas y dice que el libro –revisa la pantalla de su ordenador haciendo pasar la pantalla hacia arriba y hacia abajo– está en préstamo.
–Es muy importante –dice Mona–. Yo lo saqué en préstamo antes y me dejé algo entre las páginas.
Lo siento, dice el tipo.
–¿Puede decirnos quién lo tiene? –dice Mona.
Y el tipo dice que lo siente. Que no puede ser.
Y yo cuento uno, cuento dos, cuento tres...
Es verdad, todo el mundo quiere ser Dios, pero para mí es un trabajo a jornada completa.
Y yo cuento cuatro, cuento cinco...
Un segundo más tarde, Helen Hoover Boyle está frente al mostrador de préstamos. Sonríe hasta que el bibliotecario levanta la vista del ordenador y ella extiende las manos, con los dedos abarrotados de anillos brillantes.
Ella sonríe y dice:
–¿Joven? Mi hija se ha dejado una foto de familia entre las páginas de cierto libro. –Menea los dedos y dice–: Puede usted seguir las normas o puede hacer una buena obra y seguir su criterio.
El bibliotecario mira los dedos de ella, los prismas de colores y las estrellas de luz entrecortada bailando reflejados en su cara. Se pasa la lengua por los labios. Luego niega con la cabeza y dice que no le compensa. Que la persona que tiene el libro se quejará y a él lo expulsarán.
–Prometemos –dice Helen– que no va usted a perder su trabajo.
En el coche, estoy esperando con Mona, contando veintisiete, contando veintiocho, contando veintinueve... Intentando de la única forma que conozco no matar a todo el mundo en la biblioteca y mirar por mí mismo la dirección en el ordenador.
Helen vuelve al coche con una hoja de papel en la mano. Se inclina junto a la ventanilla abierta del conductor y dice:
–Una noticia buena y una mala.
Mona y Ostra están tumbados en el asiento de atrás. Se incorporan. Yo estoy en el asiento del acompañante, contando.
Y Mona dice:
–Tienen tres ejemplares, pero todos están en préstamo.
Helen se sienta al volante y dice:
–Conozco un millón de formas de televenta.
Y Ostra se aparta el pelo de los ojos y dice:
–Buen trabajo, mami.
La primera casa es bastante fácil. Y la segunda.
En el coche entre llamada y llamada, Helen rebusca entre los tubitos dorados y las cajitas relucientes, entre sus pintalabios y maquillajes, con su estuche de cosméticos abierto sobre el regazo. Hace girar un pintalabios para sacar la barra, la mira con los ojos fruncidos y dice:
–Nunca más voy a usar esto. Si no ando equivocada, esa última mujer tenía culebrilla.
Mona se inclina hacia delante en el asiento de atrás, mira por encima del hombro de Helen y dice:
–Esto se te da realmente bien.
Desenroscando las tapas de cajitas redondas de sombra de ojos, mirando y oliendo sus interiores de color canela, rosado o melocotón, Helen dice:
–He tenido un montón de práctica.
Se mira en el retrovisor y se aparta unos mechones de pelo rosado. Se mira el reloj de pulsera, pellizcando la esfera entre los dedos pulgar e índice, y dice:
–No debería deciros esto, pero fue mi primer trabajo de verdad. "



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