El espejo roto (fragmento)Elias Khoury
El espejo roto (fragmento)

"Karim y Hind regresaron a la orilla a bordo de una haska, una «espina», como llaman los libaneses a las balsas, y se dirigieron a la piscina del Sporting Club para tomar un zumo de naranja.
Él no estaba muy hablador y le estuvo contando algo sobre Dany y los demás compañeros fedayines. Aquel día era la víspera del estallido de la guerra. A Hind todo ese asunto no le interesaba en absoluto. Para ella la política era solo otra manera de matar el tiempo.
«Sois como los hombres que se dedican a jugar a las cartas. Ya sabes lo que se dicen los unos a los otros: “Venga, juguemos a las cartas, matemos el tiempo un rato”. Lo que pasa es que vosotros no vais a matar el tiempo. Lo más probable es que os acabéis matando los unos a los otros y a todos los que os rodean.»
Karim, ante este tipo de opiniones que expresaba Hind, no se rendía. Aseguraba que con el tiempo todo podía cambiar y que Hind, a la que le gustaba que el sol y el mar transformaran su piel, sería su compañera para toda la vida.
Hind, mientras se secaba el agua entre las rocas de Rauche para echarse en una tumbona de la terraza del Sporting Club, le empezó a contar que hacía tres días había tenido una pesadilla horrible. Hasta aquel momento había preferido no decirle nada porque temía que la pesadilla se hiciera realidad. Pero, de pronto, había cambiado de opinión; por primera vez, sumida en la oscuridad de la cueva, se había asustado.
La pesadilla había durado toda la noche y podía recordar todos los detalles.
En los sueños suelen aparecer nuestros deseos reprimidos —le dijo Karim—. Venga, veamos cuáles son tus deseos».
Karim se sentó al borde de la tumbona, encendió un cigarrillo, un Gauloises francés sin filtro, y se llenó de humo los pulmones dispuesto a escuchar aquel sueño de Hind.
«¿Qué estás fumando? Huele fatal», observó ella.
Karim le contó que el tabaco negro era menos nocivo para la salud y que tenía más sabor. Lo que prefirió callar fue que, si había cambiado de marca, era por la influencia de Dany, que fumaba aquellos cigarrillos desde que el tabaco negro francés se pusiera de moda entre la izquierda libanesa tras la revolución de mayo del 68.
Estábamos nadando debajo de la roca de Rauche y, como de costumbre, te dejé para entrar en la cueva. Ya había oscurecido, pero yo seguí nadando, aunque el agua estuviera tan fría. Entonces empecé a sentir que el mar se me pegaba al cuerpo y tuve miedo. Al tratar de salir de la cueva y dar la vuelta hacia la entrada, en vez de ver luz vi una oscuridad muy densa. Siempre me maravillo al dar la vuelta en la cueva. Me parece que esa es la imagen más bella de la Tierra. Parece como si el sol se durmiera debajo del agua, porque la luz, en el corazón de la cueva, ilumina desde abajo. Pero en el sueño estaba oscuro y yo no podía encontrar la salida. Giraba y giraba y no sabía hacia donde nadar. Me puse a gritar, cada vez más fuerte, pero no podía oír mi voz y sentí que nadie me podría salvar. "



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