Los orígenes de la ciencia moderna (fragmento)Herbert Butterfield
Los orígenes de la ciencia moderna (fragmento)

"Ya hemos hecho la observación de que los dos estudios alrededor de los que giró la revolución científica, fueron el de la astronomía y el de la mecánica. Representan los dos campos en los que se produjeron los cambios más drásticos y se hicieron los progresos más notables durante el siglo XVII. Si miramos el asunto desde cierto punto, podemos tener en cuenta la sugerencia de que, posiblemente, la Astronomía estaba bien madura para aquella evolución, debido a que se trataba de la más antigua de las ciencias, y que, por tanto, las observaciones se habían ido acumulando durante miles de años, haciendo que el proceso de revisión tuviera fogosamente que llegar, antes o después, a exigir una nueva síntesis. Al mismo tiempo, podemos tener la impresión de que la ciencia de la Mecánica ocupaba una posición ventajosa, debido a que se trataba de una rama del saber en la que se podían conseguir grandes resultados por procedimientos sencillos, como el de observar unas bolas rodando por planos inclinados. Sin embargo, contemplándolo desde el extremo opuesto, podemos decir que aquellas dos ciencias se vieron estimuladas a avanzar porque, en ambos casos, se encontraron ante un obstáculo muy difícil, que había de vencer precisamente en aquel momento de la Historia. En el primer caso, había la dificultad de llegar a una concepción correcta del movimiento simple. En el segundo, existía la dificultad particular de concebir o explicar el movimiento de la propia Tierra. En ambas ciencias se adivinaba que, una vez vencido aquel tremendo obstáculo, se encontraría el camino abierto para una cantidad asombrosa de nuevos adelantos. Quizá la evolución de las matemáticas y de la costumbre de reducir los problemas a términos matemáticos influyera mucho, no solamente en la revolución científica en general, sino, en especial, en la superación de los dos obstáculos tan importantes de que estamos hablando. Parece como si, efectivamente, sea cierto en ambos casos que toda la historia del pensamiento se habría de ver afectada por "este nuevo estudio del movimiento — tanto si se trataba del movimiento celeste como del de la Tierra—, que constituyó el punto culminante de las ciencias del siglo XVII. Aquel siglo iba a ver, uno tras otro, muchos intentos de explicar muchas cosas más que el movimiento, hasta de intentar interpretar todos los cambios del universo físico en términos de un sistema puramente mecánico. La idea de un universo-máquina fue la gran contribución de la ciencia del siglo XVII a la era racional del siglo XVIII.
Nunca es fácil —ni aun suponiendo que sea posible— sentir que se ha llegado realmente al fondo de un problema, o que se ha alcanzado el límite último de la explicación, cuando se estudia una transición histórica. Siempre parece que los cambios más fundamentales de perspectiva, los giros más notables de la corriente de los hábitos intelectuales, pudieran ser referidos en último término a una alteración de los sentimientos del hombre hacia las cosas, una alteración tan sutil, y al mismo tiempo tan penetrante, que no puede ser atribuida a ningún autor en especial ni a una influencia determinada del pensamiento académico en cuanto tal. Cuando, a comienzos del siglo XVI, un inglés pudo escribir sobre el clero, diciendo que era escandaloso ver cómo la mitad de los súbditos del rey eludían sus deberes de lealtad a la corona —al quedar al abrigo de las leyes del país—, sabemos que estaba registrando un cambio en los sentimientos que tenía el hombre para con el estado territorial; cambio que adquiere mayor significado porque el hombre mismo no se percataba del hecho de que estaba sucediendo algo nuevo. Tras la historia de la revolución científica, una revolución que algunos han tratado de explicar por el cambio sufrido por los sentimientos del hombre hacia la materia, se aprecian cambios sutiles como éste, que no son el resultado de una obra individual, sino de la nueva contextura de la experiencia humana en una nueva época. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com