La sombra de la guillotina (fragmento)Hilary Mantel
La sombra de la guillotina (fragmento)

"Mi nuevo salario resultó muy útil, y mi estatus como destacado funcionario público me dio prestigio. Supuse que mi mujer y yo podíamos gastar un poco de dinero sin levantar críticas (qué equivocado estaba), de modo que mantuve a Gabrielle ocupada durante las últimas semanas de su embarazo eligiendo alfombras, una nueva vajilla y un nuevo servicio de té para nuestra vivienda, que acabamos de redecorar.
Pero imagino que no les interesan los detalles sobre nuestra nueva mesa de comedor, sino saber quiénes ocupan los escaños de la nueva Asamblea. Abogados, por supuesto. Terratenientes, como yo mismo. A la derecha, los partidarios de Lafayette. En el centro, un nutrido grupo independiente. A la izquierda están los que nos interesan. Mi buen amigo Hérault de Séchelles es diputado, y hemos reclutado a unos cuantos hombres para el Club de los Cordeliers. Brissot está entre los elegidos para París, y muchos de sus amigos aspiran a ocupar importantes cargos públicos.
Debo hacer una aclaración sobre los «amigos de Brissot». Es incorrecto llamarlos así puesto que muchos de ellos no pueden ver a Brissot ni en pintura. Pero formar parte «del grupo de Brissot» constituye una etiqueta que nos resulta muy útil. En la vieja Asamblea, Mirabeau solía señalar a la izquierda y gritar: «¡Silencio, esas sucias voces!» Robespierre me confió un día que convendría que todos los «amigos de Brissot» se sentaran juntos en el Club de los Jacobinos, de modo que nosotros pudiéramos hacer lo mismo.
¿Queremos silenciarlos? No lo sé. Si pudiéramos resolver de una vez por todas el absurdo dilema de guerra o paz –lo cual no es sencillo– apenas existiría nada que nos dividiera. Hay un gran número de hombres excepcionales de la región de la Gironda, entre ellos los abogados más importantes de Burdeos. Pierre Vergniaud es un excelente orador, el mejor de la Asamblea, si bien posee un tipo de oratoria un tanto anticuada, muy distinta de nuestro agresivo estilo.
Como es lógico, los «amigos de Brissot» están también fuera de la Asamblea. Está Pétion –que actualmente ocupa el cargo de alcalde, como ya he dicho– y Jean-Baptiste Louvet, el novelista, que ahora escribe para varios periódicos, y supongo que recordarán a François Buzot, el joven taciturno que se sentaba con Robespierre en el extremo izquierdo de la vieja Asamblea. Entre ellos poseen varios periódicos, así como numerosos cargos de influencia en la Comuna y en el Club de los Jacobinos. No alcanzo a comprender qué hacen con Brissot, a menos que necesiten su energía nerviosa como fuerza motriz. Está aquí, allá, expresa una opinión instantánea, ofrece un apresurado análisis, redacta un editorial en un abrir y cerrar de ojos. Siempre se halla ocupado organizando un comité, lanzando un proyecto, trazando un plan, siguiendo la pista de algo, sin descansar un instante. Un día vi a Vergniaud, un hombre alto y sosegado, observándolo bajo sus pobladas cejas mientras dejaba escapar un suspiro de cansancio. Lo entiendo perfectamente. En ocasiones, Camille también me agota. Pero debo reconocer que Camille, incluso en las circunstancias más difíciles, sabe hacerme reír. Incluso es capaz de hacer reír al Incorruptible. Sí, lo he visto con mis propios ojos, y Fréron asegura que él también ha visto al Incorruptible reír a mandíbula batiente mientras por sus mejillas se deslizaban unos gruesos lagrimones. "



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