Imitación de Guatemala (fragmento)Rodrigo Rey Rosa
Imitación de Guatemala (fragmento)

"En el otoño fueron a Andalucía, y se entusiasmaron tanto con lo que vieron allí del mundo musulmán que decidieron tomar el transbordador de Algeciras a Tánger. Aunque la ciudad en sí los decepcionó, a partir de ese viaje Juan Luis no dejó de pensar en volver, para pasar más tiempo. Entre otras cosas, decía, la vida era mucho más barata en Tánger que en Madrid, y podrían alquilar un piso menos apretado. Además, en Marruecos le sería mucho más fácil conseguir el cáñamo que se había acostumbrado a consumir a diario después de la amputación. Por otra parte, la semana que habían pasado allí escribió un cuento del que se sentía bastante orgulloso. Lo envió a la revista Bitzoc, de Mallorca, y el cuento fue publicado.
De modo que para el invierno, en vísperas de las navidades, regresaron a Tánger con la intención de establecerse allí algún tiempo. Tomaron en alquiler una casita con una pequeña huerta en Achakar, que está cerca del cabo Espartel, a unos doce kilómetros de Tánger.
Él sabía que Paul Bowles vivía en Tánger. En más de una ocasión lo acechó por los alrededores de la oficina de correos del Zoco de Fuera, y cuando lo vio por primera vez, dentro, cerca del departamento de apartados, lo reconoció enseguida; pero no se atrevió a abordarle sino que simplemente pasó a su lado casi rozándose con él; y fue como si una fuerza extraña le impidiese detenerse para hablarle y le hiciera seguir de largo para, una vez en la calle, alejarse de allí rápidamente, muy excitado, como si hubiese escapado por muy poco de un grave peligro.
Cuando tuviera algo sustancial, se armaría de valor para abordarle, se decía a sí mismo para justificar su timidez. Aunque la hospitalidad del maestro era proverbial, y a pesar de que Ana Lucía se había ofrecido varias veces a ir con él de visita al apartamento de Bowles, Juan Luis ni siquiera se había atrevido a enviarle una nota o una carta.
Así pasaron casi tres años, durante los cuales el costo de la vida en Tánger había ascendido tanto que los Luna —que todavía vivían plácida y holgadamente— comenzaban a pensar en regresar a Guatemala, y durante los cuales Juan Luis no llegó a escribir nada que le pareciese de suficiente valor para vencer el miedo y mostrárselo al gran escritor.
Habían hecho varios viajes largos al sur, habían conocido pueblos y ciudades desde Tizint hasta Figuig, desde Taza hasta Foum-el-Hassan. A él le parecía difícil creer que en tres años de vivir casi exclusivamente el uno para el otro no se hubiesen aburrido nunca, y en secreto atribuía este afortunado fenómeno al aire del país, que en él tenía el efecto de una droga, más que a sus propias virtudes o a las de su cónyuge. "



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