Historia Romana (fragmento) Apiano
Historia Romana (fragmento)

"Mientras estas cosas ocurrían en Italia, entretanto, en la Galia Cisalpina, Antonio ordenó a Décimo que se trasladara a Macedonia como acto de obediencia al pueblo y por su propia seguridad personal. Él, sin embargo, le envió como respuesta las cartas que le habían sido llevadas de parte del senado para darle a entender que no debía él plegarse ante la voluntad del pueblo más de lo que Antonio ante la del senado. Antonio le fijó un día como límite, a partir del cual lo consideraría un enemigo, y Décimo le exhortó a que se fijara uno posterior para él mismo, no fuera a ser que se convirtiera más pronto en un enemigo del senado. Aunque Antonio le hubiera podido vencer con facilidad, pues todavía se hallaba en terreno abierto, decidió avanzar hacia las ciudades y éstas le abrieron sus puertas. Y Décimo, temiendo no poder entrar ya en ninguna de ellas, se fabricó cartas del senado, llamándole a Roma junto con el ejército, y se retiró hacia Italia, y era acogido por todos, puesto que pensaban que estaba de paso, hasta que llegó, a la próspera ciudad de Módena. Aquí cerró las puertas de la ciudad, se incautó de las provisiones de sus habitantes con objeto de avituallar a su ejército y sacrificó y conservó en sal a todos los animales de tiro existentes, por miedo a que el asedio fuera prolongado, y esperó a Antonio. Su ejército consistía en un gran número de gladiadores y tres legiones de infantería, una de las cuales estaba compuesta por hombres recién reclutados y todavía inexpertos. En cambio, las otras dos, que habían servido ya antes bajo sus órdenes, eran dignas de toda confianza. Antonio marchó con rabia contra Módena y la rodeó de un muro y un foso.
Décimo, pues, sufría el asedio, y, entretanto, en Roma, con la llegada del nuevo año, los cónsules Hircio y Pansa convocaron de inmediato al senado después de los sacrificios, en el mismo templo, para tratar de Antonio. Cicerón y sus amigos pidieron que fuera declarado ya, mediante un decreto, enemigo público, porque se había apoderado por la fuerza de las armas de la Galia Cisalpina, en contra de la voluntad del senado, para utilizarla como base de ataque contra la patria y había conducido a Italia el ejército que se le había concedido para la campaña de Tracia. Le acusaban, además, de aspirar al poder supremo después de César, al hacerse acompañar en la ciudad públicamente por tanta cantidad de centuriones, y establecer su domicilio particular bajo la protección de las armas y contraseñas como una fortaleza, así como de mostrarse hacia ellos en los demás asuntos en forma harto más arrogante de la que correspondía a un magistrado anual. Lucio Pisón, que era el sustituto de Antonio durante su ausencia y uno de los hombres más notables de Roma, y todos aquellos que estaban de su lado en atención a éste, o gracias a Antonio, o por propia decisión demandaron que se le citase a juicio, puesto que no era costumbre patria condenar a un hombre sin juicio, ni era decente declarar enemigo hoy a quien hasta ayer había sido cónsul, y del que precisamente los demás y, en especial, Cicerón habían pronunciado en muchas ocasiones continuos y encendidos elogios. El senado se mantuvo dividido en sus opiniones, en forma equilibrada hasta la llegada de la noche, y al día siguiente muy temprano se reunieron para tratar del mismo asunto. En esta ocasión había mayoría entre los partidarios de Cicerón, y Antonio hubiera sido decretado enemigo público, de no haber sido porque el tribuno de la plebe Salvio ordenó que se pospusiera la votación —ya que entre los magistrados el que opone su veto siempre prevalece—. "



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