Los trabajos y los días (fragmento) Hesíodo
Los trabajos y los días (fragmento)

"Hacia la mitad del estío, di a tus servidores: “No durará mucho el estío; preparad los graneros.” Ponte al abrigo del mes Leneón, todos los días del cual son malos para los bueyes. Evita las heladas peligrosas que cubren la tierra al soplo de Boreas, cuando éste agita el mar vasto en la Tracia, mantenedora de caballos; porque entonces mugen la tierra y la selva. Derriba las encinas de hojas altas y los pinos espesos, en las gargantas de la montaña, cayendo contra tierra, y a su impulso retiembla la selva toda. Se espantan las bestias feroces, y hasta aquellas que tienen pelaje espeso se recogen la cola bajo el vientre; pero el frío les penetra su pelaje espeso aunque cubran de vello sus pechos. Penetra el cuero del buey, y aun la piel de la cabra velluda pero no la lana de las ovejas. Y la fuerza del viento Bóreas encorva al anciano, aunque no llega al cuerpo delicado de la virgen que permanece en su morada junto a su cara madre, ignorando los trabajos de Afrodita de oro, y que, tras de lavar y perfumar con aceite su hermoso cuerpo, duerme por la noche, durante el invierno, en la morada, cuando el polípodo se roe los pies en su fría casa y sus tristes retiros. En efecto, Helios no le muestra ningún sustento que pueda coger; porque Helios se vuelve entonces hacia los poblados y las ciudades de los hombres negros, y brilla más tarde para los panhelenos. Entonces los habitantes de la selva cornudos y sin cuernos huyen, rechinando los dientes, por los tallares espesos; porque en sus ánimos no existe sino una preocupación: la de ir a buscar madrigueras secretas y cavernas pedregosas acá y allá. Entonces también los mortales ya parecidos a trípodes con los hombros caídos y baja la cabeza se arrastran, van y vienen evitando la blanca nieve. "


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