La flor azul (fragmento)Penelope Fitzgerald
La flor azul (fragmento)

"Sidonie repuso que a lo mejor le apetecía escribir.
—¿Escribir? —repitió su madre, desconcertada.
—Sí, y para ello necesitará una mesa. —Sidonie aprovechó la ocasión—. Y, si quiere lavarse, también necesitará una jarra de agua y una palangana, sí, y un cubo para el agua sucia.
—Pero Sidonie, ¿te crees que no va a saber lavarse con la bomba? Todos tus hermanos se lavan así.
—Y tampoco hay sillas en el dormitorio, para que pueda dejar la ropa por la noche.
—¡La ropa! Todavía hace demasiado frío como para desnudarse por la noche. Yo no me desnudo por la noche, ni siquiera en verano, desde hace por lo menos doce años.
—¡Y has tenido ocho hijos! —exclamó Sidonie—. ¡Líbreme Dios de un matrimonio como el tuyo!
La baronesa apenas le hizo caso.
—Además, hay otra cosa en la que no has pensado: tu padre puede alzar la voz.
Esto no inquietó a Sidonie.
—Dietmahler tiene que acostumbrarse a mi padre y amoldarse a nuestros hábitos; si no, que haga las maletas y se vuelva a su casa.
—Pero en ese caso, ¿no puede acostumbrarse también a nuestras habitaciones de invitados? Fritz debería haberle dicho que somos muy austeros y piadosos.
—¿Qué tiene que ver la piedad con un cubo para el agua sucia? —preguntó Sidonie.
—¿Qué palabras son esas? ¿Acaso te avergüenzas de tu familia, Sidonie?
—Sí.
Tenía quince años y era muy apasionada. La impaciencia, convertida en energía espiritual, era una característica de todos los hermanos Hardenberg. Fritz quería llevar a su amigo al río para pasear por el camino de sirga y hablar de poesía y de la vocación del hombre. "



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