Los tres diálogos (fragmento)Vladimir Soloviov
Los tres diálogos (fragmento)

"Escucha bien: peca quinientas treinta y nueve veces al día, pero luego arrepiéntete, porque todos pueden pecar y luego arrepentirse, pero tú pecas continuamente y no te arrepientes nunca. De hecho, si pecar es malo, peor es recordar siempre los propios pecados, porque significa que uno está lleno de rencor, y esto no; es bueno. Y sobre todo, no hay nada peor que ser rencoroso y tener siempre en mente los propios pecados. Es mucho mejor que te acuerdes del mal que te han hecho los demás, porque al menos te servirá en el futuro para estar atento a ese tipo de personas; pero el mal que has cometido olvídalo y haz como si no hubiera sucedido nunca. Existe un solo pecado mortal, el desconsuelo; es del desconsuelo de donde nace la desesperación, y la desesperación no es ya un pecado, sino la misma muerte del espíritu. Y además, ¿cuáles son tus pecados?, ¿la embriaguez y cosas por el estilo? Una persona razonable bebe lo que puede soportar y no se emborracha, pero el estúpido bebe hasta agotar incluso el agua de la fuente y esto significa que la culpa no es del vino, sino de la estupidez humana. Otros, en su locura, arden en vodka, y no sólo interiormente; yo mismo he visto a algunos ponerse negros y recubrirse de llamas. Pero llegados a este punto, si el fuego del alcohol
se ha apoderado de ti, no se puede continuar hablando de pecado. En relación a las varias infracciones del séptimo mandamiento te daré un consejo en conciencia: juzgar es difícil, pero alabar es imposible. ¡No, no te lo recomiendo! Cierto, se trata de un placer agudísimo, sobre esto hay poco que decir, pero al final la cosa cansa y abrevia la vida. Si no me crees, escucha lo que dice un reconocido médico alemán». Varsonofij cogía entonces de la estantería un libro de aspecto anticuado y empezaba a hojearlo. «Mira, basta ya con el título: Macrobiótica, de Hufeland. Lee aquí, en la página 176...». Y empezaba a leer con voz sosegada la página en la que el autor alemán recomienda con gran celo no desperdiciar la energía vital. «¿Ves? ¿Y por tanto, por qué una persona inteligente debería echarse a perder de ese modo? Cuando uno es joven y desconsiderado estas cosas le parecen quién sabe qué, pero luego uno se olvida de ellas y se tiene mayor respeto a sí mismo. ¿Qué ganas, entonces, recordando el pasado y pensando: "maldito, querría ser otro, he echado a perder mi inocencia, perdiendo la pureza del cuerpo y del alma"? Créeme, hacer esto es una verdadera estupidez, significa convertirse en un títere en manos del diablo. A él lo que le gusta es que tu alma no vaya ni adelante ni atrás, sino que continúe dando vueltas alrededor del fango. Escucha pues mi consejo: en cuanto el diablo empiece a tentarte con el arrepentimiento, escupe a un lado y haz como si no fuera nada, diciendo: ¡son muy graves todos mis pecados, son verdaderamente graves! Haz esto y ya verás como el diablo te deja en paz... Te lo digo por experiencia personal. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com