Un íntimo autorretrato (fragmento)Frida Kahlo
Un íntimo autorretrato (fragmento)

"Mi amiga imaginaria me esperaba siempre. No recuerdo su imagen ni su color. Pero sí sé que era alegre -se reía mucho. Sin sonidos. Era ágil. Y bailaba como si no tuviera peso ninguno. Yo la seguía en todos sus movimientos y le contaba, mientras ella bailaba, mis problemas secretos. ¿Cuáles? No recuerdo. Pero ella sabía por mi voz todas mis cosas... Cuando ya regresaba a la ventana, entraba por la misma puerta dibujada en el cristal. ¿Cuándo? ¿Por cuánto tiempo había estado con «ella»? No sé. Pudo ser un segundo o miles de años... Yo era feliz. Desdibujaba la «puerta» con la mano y «desaparecía». Corría con mi secreto y mi alegría hasta el último rincón del patio de mi casa, y siempre en el mismo lugar, debajo de un árbol de cedrón, gritaba y reía. Asombrada de estar sola con mi gran felicidad y el recuerdo tan vivo de la niña. Han pasado 34 años desde que viví esa amistad mágica y cada vez que la recuerdo, se aviva y se acrecienta más y más dentro de mi mundo.
No sirve esta pluma para este papel.
Nunca he visto ternura más grande que la que Diego tiene y da cuando con sus manos y sus bellos ojos tocan las esculturas del México indio.
Nadie es más que un funcionamiento o parte de una función total. La vida pasa, y da caminos, que no se recorren vanamente. Pero nadie puede detenerse «libremente» a jugar en el sendero, porque retrasa o trastorna el viaje atómico y general. De allí viene el descontento, de allí la desesperanza y la tristeza. Todos quisiéramos ser la suma y no el elemento número. Los cambios y la lucha nos desconciertan, nos aterran por constantes y por ciertos, buscamos la calma y la «paz» porque nos anticipamos a la muerte que morimos cada segundo. Los opuestos se unen y nada nuevo ni arrítmico descubrimos. Nos guarecemos, nos alamos en lo irracional, en lo mágico, en lo anormal, por miedo a la extraordinaria belleza de lo cierto, de lo material y dialéctico, de lo sano y fuerte -nos gusta ser enfermos para protegernos. Alguien -algo- nos protege siempre de la verdad. Nuestra propia ignorancia y nuestro miedo. Miedo a todo -miedo a saber que no somos otra cosa que vectores dirección, construcción y destrucción para ser vivos, y sentir la angustia de esperar al minuto siguiente y participar en la corriente compleja de no saber que nos dirigimos a nosotros mismos, a través de millones de seres piedras, de seres aves, de seres astros, de seres microbios, de seres fuentes a nosotros mismos -variedad del uno, incapacidad de escapar al dos, al tres, al etc. de siempre- para regresar al uno. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com