Leyenda del César Visionario (fragmento)Francisco Umbral
Leyenda del César Visionario (fragmento)

"La lucecita del Arzobispado es el aldebarán doméstico que rige y apacienta el sueño y los sueños de la ciudad y la noche. La lucecita del Arzobispado, despacho de Franco, es el aldebarán venturoso y doméstico del sueño intranquilo de Francesillo, del sueño estabulario y sin sueños de la Emilia, la lela, del sueño victorioso de los laínes y el sueño inquieto y negro, cinematográfico, de los maestrillos republicanos. La lucecita del Arzobispado, despacho de Franco insomne, centinela de Occidente, rige los sueños de los prisioneros, los torturados, los que duermen sobre el lago feliz y mortuorio de su propia sangre, los muertos calientes que acaban de caer fusilados orilla del paredón, gritando viva la República o mecagüendiós, según, el sueño viciosillo y desvelado de la novicia Camila, el sueño confuso, macho y hembra, de Víctor, los sueños febriles y quemados de whisky de Dionisio Ridruejo, el sueño enredado de los intelectuales, la vigilia del soldado en su garita, del preso en su celda, de Giménez Caballero en un camastro de su imprenta, el sueño inmenso y marítimo de la catedral, que es un sueño populoso de canónigos y Cristos fusilados. La lucecita del Arzobispado, despacho de Franco, aldebarán de la vida y la muerte en la ciudad.
El Caudillo tiene extendido un gran mapa sobre la mesa. La marcha de la guerra ha sido así, se dice. La radio roja, con su ojo de Polifemo multitudinario, le susurra confidencias. El reloj de péndulo es como el corazón cansado e incansable del tiempo.
Se pueden considerar como bases de operaciones las ciudades de Pamplona y Sevilla, y como base secundaria La Coruña. Desde el primer momento actuaron dos ejércitos: el del Norte, al mando de Mola, y el del Sur, al mando de Franco (Franco gusta de referirse a sí mismo en tercera persona, como los papas y los grandes intelectuales). Mola, en rapidísimo avance, ocupa la línea de montañas que domina Madrid. Somosierra y Guadatrama. Desde ese momento, Mola amenazaba la capital. Franco ha mantenido bien ese frente, después de Mola (los moros ya se hacen té moruno en la Ciudad Universitaria). Queipo libera gran parte de Andalucía. Franco avanza con su columna colonial, desde Sevilla, sobre Madrid, en marcha fulminante, combatiendo sin cesar, avanzando 525 kilómetros de Sevilla a Madrid y ganando las gloriosas batallas de Mérida, Badajoz, Talavera, Toledo, y las de ocupación de los barrios exteriores de Madrid. "



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