Contra la oscuridad (fragmento)Iain Banks
Contra la oscuridad (fragmento)

"Habían visto el castillo desde el exterior; tres pisos de piedra que parecían medianamente simétricos, coronados por una excrecencia destartalada de madera de la Entraxrln que había sido apilada, clavada, amontonada e inclinada para crear un laberinto vertical de apartamentos, salones y alguna que otra concesión rencorosa a la defensa, en forma de torres desgarbadas y tambaleantes, o de abandonadas extensiones de almenas, todo salpicado al azar de ventanas y salientes, y cubierto por unas cuantas torres endebles que apuntaban vacilantes a las capas de membrana de hoja, como en perpleja curiosidad.
El resto de la ciudad les había parecido confuso, repetitivo y ocasionalmente desenfrenado. La catedral era pequeña y decepcionante; incluso la campana, que sonaba cada hora, resultaba monótona. La única característica realmente interesante de la catedral era una estatua de piedra del Dios de Pharpech, colocada en el exterior del edificio; a su alrededor podían verse unas pequeñas figuras sonrientes de pharpechianos de aspecto diabólico que le hacían cosas desagradables con instrumentos agrícolas y de tortura.
Habían caminado por las estrechas calles, recorrido callejuelas angostas y callejones retorcidos, esquivado el agua que tiraban por las ventanas de los pisos superiores, pisoteado vegetales podridos y cosas peores, se habían perdido una y otra vez para volver a encontrarse en el punto de partida, y los habían seguido varios grupos de niños (de muchísimos niños) e incluso de adultos, muchos de los cuales parecían querer llevárselos a casa o enseñarles el lugar personalmente. Zefla sonreía con generosidad a los candidatos a guía más insistentes y hablaba con ellos en alto caltaspiano judicial, para después dejarlos haciendo reverencias tras ella, con aspecto de beatífica perplejidad.
A mediodía estaban exhaustos. Regresaron a la posada y, por la tarde, se limitaron a recorrer las afueras de la ciudad; pasaron los altos muros de varios monasterios y prisiones, una escuela y un hospital. El hospedaje del monasterio donde Cenuij había recibido una cama para dormir parecía cerrado y desierto, aunque pudieron escuchar cánticos blasfemos en sordina al otro lado de los grandes muros. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com