Memorias póstumas de Blas Cubas (fragmento)Joaquim María Machado de Assis
Memorias póstumas de Blas Cubas (fragmento)

"Había que contar también al primo de Virgilia, Luis Dutra, a quien yo desarmaba ahora a fuerza de hablarle de versos y prosas y de presentarlo a mis conocidos. Cuando éstos, ligando el nombre a la persona, se mostraban contentos de la presentación, no hay duda de que Luis Dutra saltaba de gusto; pero yo me preocupaba de darle ese gusto con la esperanza de que él no me denunciara nunca. Por último, había unas dos o tres señoras, varios calaveras y los criados, que naturalmente se desquitaban así de su condición servil, y todo aquello constituía una verdadera selva de centinelas y espías, por entre los cuales teníamos que deslizarnos con la táctica y la suavidad de las culebras.
Ahora bien, mientras yo pensaba en aquella gente, las piernas me iban llevando, calle abajo, de modo que insensiblemente me encontré a la puerta del hotel Pharoux. Allí cenaba habitualmente; pero como no había andado deliberadamente, no me cabe ningún merecimiento por la acción, y sí a las piernas, que la hicieron. ¡Benditas piernas! Y hay quien os trate con desdén o indiferencia. Yo mismo, hasta entonces, os tenía en mal concepto, me enojaba cuando os fatigabais, cuando no podíais ir más allá de cierto punto, y me dejabais con el deseo de revolar, a semejanza de la gallina atada por sus patas.
Pero aquel caso fue un rayo de luz. Sí, piernas amigas, vosotras dejasteis a mi cabeza el trabajo de pensar en Virgilia, y os dijisteis la una a la otra: “Él necesita tomar alimento, es hora de cenar, vamos a llevarlo al Pharoux; dividamos su conciencia; que una parte se quede con la dama, y tomemos nosotras la otra para que él vaya derecho, no choque con las personas y los coches, salude con el sombrero a los conocidos y finalmente llegue sano y salvo al hotel”. Y cumplisteis con vuestro propio riesgo vuestro propósito, amables piernas, lo cual me obliga a inmortalizaros en estas páginas. "



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