Música en la noche (fragmento)Aldous Huxley
Música en la noche (fragmento)

"Debo confesar que mis propias esperanzas las templan ciertas dudas. Y es que existe una divinidad, tal como yo lo veo, que deforma, así como existe una divinidad que conforma nuestros fines. Es de rigor (así como los perros malos, los dioses malos merecen nombres malos) que esta deidad maligna se llame «ley de la disminución en la retribución». Fueron los economistas quienes así la bautizaron; fueron ellos quienes por vez primera la reconocieron y describieron sus actividades hostiles. No obstante, sería un error suponer que este demonio se restringe única y exclusivamente a la esfera de la economía. La ley de la disminución en la retribución sigue vigente en casi todas las facetas del universo humano.
He aquí, por ejemplo, un hombre de carácter taciturno y melancólico que se pone a beber borgoña mientras cena. Pronto remite la melancolía y la suple el buen humor, que aumenta continuamente a medida que consume vasos y vasos de borgoña, hasta que alcanza el máximo cuando da cuenta de las tres cuartas partes de la primera botella. Continúa bebiendo, pero la siguiente media botella no produce ninguna alteración perceptible en su condición; sigue estando en donde se encontraba, en la cúspide de su buen humor. Con unos cuantos vasos más, sin embargo, su alegría de nuevo mengua. Empezará por irritarse a la menos, se pondrá después lacrimoso, y al cabo terminará por sentirse espantosamente mal y, por tanto, desdichado. A la postre, terminada la segunda botella está mucho peor de lo que se encontraba con el estómago vacío.
Del mismo modo, más allá de un determinado punto disminuye la retribución en términos de felicidad que nos aporta el incremento de la prosperidad. Éste es un lugar común harto antiguo. Sólo nuestro afán por aceptar la herejía dieciochesca de la perfectibilidad nos lleva a ser aún reacios a reconocer otras realidades menos evidentes en lo tocante a la educación, pues la educación se halla tan sujeta a las leyes del contratiempo final como lo están el vino, la prosperidad o los abonos artificiales. Un aumento de la cantidad o la intensidad del adiestramiento da por resultado una retribución en forma de eficacia mental y de excelencia moral incrementadas; sin embargo, tras alcanzar un máximo (que varía en el caso de cada individuo), tras sobrepasarlo, estas remuneraciones decrecen al mismo ritmo, e incluso pueden adquirir un valor negativo. Así, los niños que ingresaban como oblatos en los monasterios del Medievo estaban sujetos a una larga y espartana educación en la virtud. «Los novicios deberán recibir siempre castigos con custodia y custodia con castigos», anota el autor de las constituciones de la orden cluniancense; por espacio de uno o dos siglos, los novicios oblatos fueron tratados de ese modo con auténtica violencia. Sin embargo, fracasó el sistema; como ya dijera un abad consciente de la realidad al quejarse ante San Anselmo, «no dejamos de castigar a nuestros niños de noche y de día, a pesar de lo cual van de mal en peor». La retribución utilitaria de la educación había disminuido hasta el extremo de ser negativa. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com