Ángel malvado (fragmento)Taylor Caldwell
Ángel malvado (fragmento)

"Ya estaba actuando según lo que Mark denominaba «el estilo Katherine»: efervescente, vivaz, radiante, con una mirada brillante y fija, y una sonrisa fija también. Su voz era otra vez la de «Katherine», susurrante, efusiva, comprensiva. «¿Será que la practica antes de aparecer en público?», se preguntó Mark, arrepintiéndose después de aquella pregunta tan poco caritativa. Recordó que, cuando salían juntos antes de la boda, ella había sido siempre así. Un mes o dos de matrimonio la habían revelado como lo que era en realidad: un ser práctico, avaricioso, cínico o dogmático. Aunque estaba a solas con él aquí, en la casa, su estilo peculiar se había apoderado de ella. Sin duda ya se veía mentalmente con los profesores de Angelo tratando de impresionarles con su profunda dulzura, su interés por comprender los problemas, su ansiosa y sonriente disposición de recibir todos los informes sobre su hijo. «¡Oh, Kathy! —pensó Mark con cansancio—. Debe ser una pesada carga para ti el simular ahora la vivacidad de la juventud, el rebosante espíritu de la juventud, las ilusiones de la juventud. ¿Por qué no puedes relajarte y actuar como la mujer de mediana edad que eres en verdad? Nadie espera de una mujer de tu edad que aparezca siempre entusiasta y boyante. Lo siento. A los treinta años ya eras demasiado mayor para tener tu primer hijo. Debí haber insistido en que tuviéramos el niño cuando aún eras joven, a fin de que, ahora, cuando estás en compañía de mujeres mucho más jóvenes que tú, con niños de la edad de Angelo, no te sintieras en desventaja. No eres joven, Kathy. Muchas mujeres de tu edad son abuelas ya. Nuestro hijo debería estar ahora en el colegio superior, meditando seriamente en la profesión que habría de elegir dentro de uno o dos años. No deberías ser la madre de un muchacho tan pequeño…».
Kathy se había vestido con un hermoso atuendo primaveral, consistente en un traje de seda azul clara, con las faldas vuelosas de costumbre que ocultaban su enorme trasero y muslos macizos. Pero unas finas arrugas cubrían ya su delicado rostro. El pelo era todavía de un rubio brillante, pero Mark sospechaba que ello se debía al arte del salón de belleza. También tenía unas ojeras grises, producidas por la tensión, bajo los ojos azules. A primera vista Kathy parecía joven. A segunda vista, incluso parecía mayor de lo que era. Sus senos empezaban a caer algo pesados. El cuello, que nunca fue hermoso, estaba enrojecido y cubierto de arrugas. Toda ella tenía un aspecto algo extraño. Y, en aquellos zapatitos azules oscuro, los pies se veían muy hinchados.
Mark, tres años menor que Kathy, sintió un dolor apasionado por ella, aun sin saber del todo por qué. Luego se le ocurrió de pronto que jamás, en toda su vida de casados, le había preguntado lo que ella pensaba realmente de su hijo. En años anteriores había dado por sentado que lo sabía, pero esta noche comprendió que no tenía la menor idea en absoluto. "



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