Hijas difíciles (fragmento)Manju Kapur
Hijas difíciles (fragmento)

"Ir a Lahore no es sencillo. Me cuesta dos meses. Las colas en la sección de visados son largas, el ambiente entre los dos países, como de costumbre, hostil. Cuando por fin llego, comprendo la expresión en los ojos de la gente cuando se habla de la ciudad mítica.
Es limpia, arbolada, fresca y hermosa. Las instituciones que visito son imponentes, recargadas, con un toque gótico, y ya desde mi primera hora allí me enamoro de todo lo que está entre el cielo y la tierra. En cuanto a la gente, nunca había visto juntas a tantas personas atractivas. Las observo posesivamente, con un ansia de hindú panjabi en los ojos, un ansia acerca de una región en la que apenas había pensado, hasta que busqué en el libro de los recuerdos de la gente y vi mis preguntas como señal de lectura en sus hojas.
Y el Oxford de Oriente. Observé la Government College de Lahore, primero desde la carretera. Subí una pendiente hasta llegar a ella y miré la aguja gótica que se estrechaba adentrándose en el cielo, un testimonio espléndido de su herencia colonial. Este lugar debió de haber sido algo importante en su momento de apogeo. Estudiantes vestidos con chaquetas deportivas color rojo oscuro y pantalones grises pasaban por mi lado mientras deambulaba repleta de ansia y añoranza, los ojos cristalinos por el deseo de captar la mejor escena para grabar en mi película, segura de que no lograría capturar la imagen fundamental.
Camino respetuosamente por un pasillo estrecho, arqueado, que conduce al patio interior, no tanto un patio, pues un lado está bordeado por un camino, con escalones de piedra anchos, apretados, que descienden hasta un teatro al aire libre. Más allá y por debajo puedo ver la residencia de los chicos, un edificio de dos pisos, de ladrillo rojo. Caen hojas amarillas sobre los estudiantes que caminan, arriba y abajo del sendero que se extiende enfrente, llevando ante ellos libros abiertos. Subo las escaleras que flanquean la biblioteca hasta llegar a un pasillo con clases a ambos lados. Entro en una, me deslizo sobre un banco aislado y coloco los brazos sobre la mesa de madera que tengo frente a mí. Aquí es donde mi madre se sentaba y se quedaba, hasta el final del periodo de tiempo que el destino utilizó para separarla de su vida de casada.
Aquí se sentaba frente al profesor vestido de negro y trataba de concentrarse en lo que éste decía. Aquí sus ojos se posaron sobre los dos ventiladores que rechinaban en largas perchas colgadas de las vigas. Aquí miró fijamente los ventiladores puntiagudos, y las copas de los árboles verdes más allá de la terraza. Absorbo todos estos detalles; fotografío cada recodo de las escaleras, los pasillos, las clases, los aspectos interiores y exteriores, sabiendo que tal vez nunca me sea posible volver a venir. "



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