La solterona (fragmento)Edith Wharton
La solterona (fragmento)

"A Delia nunca se le había ocurrido pensar que su influencia sobre Tina pudiese suscitar rencores. Descubrirlo ahora proyectaba un instantáneo haz de luz sobre el abismo que había separado siempre a ambas mujeres. Sin embargo, al cabo de unos minutos, Delia se reprochó haberle atribuido a su prima sentimientos de celos. ¿No debía más bien atribuírselos a sí misma? Charlotte, como madre de Tina, tenía todo el derecho a desear estar cerca de ella, en todos los sentidos posibles. ¿Qué derecho tenía Delia a oponerse a aquel privilegio natural? A la mañana siguiente dio instrucciones de trasladar las cosas de Charlotte a la habitación contigua a la de Tina. Esa misma noche, a la hora de acostarse, Charlotte y Tina subieron juntas; Delia se demoró en el salón con el pretexto de escribir unas cartas. En realidad, temía el momento de traspasar el umbral donde, noche tras noche, la había retenido la alegre risa de las jóvenes mientras Charlotte Lovell dormía su sueño de solterona en el piso superior. Delia sufrió un espasmo al pensar que a partir de ahora se vería privada de aquel pretexto para preservar su cercano contacto con Tina. Una hora más tarde, cuando subió las escaleras, Delia se percató con cierta sensación de culpabilidad de que estaba caminando lo más sigilosamente posible sobre la tupida alfombra del pasillo y de que estaba tardando más de lo necesario en apagar la lámpara de gas del descansillo. "


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