Tres desconocidas (fragmento)Patrick Modiano
Tres desconocidas (fragmento)

"Nadie. A mi espalda, la avenida de Albigny, desierta, con sus árboles que se habían quedado sin hojas. Bajo el resplandor pálido de las farolas, parecía huir en línea recta hasta el infinito. El café del Casino estaba cerrado, pero brillaba una luz detrás de la cristalera del primer piso. Había unas siluetas sentadas alrededor de una mesa. El Club donde algunas de las mujeres en cuyas villas trabajábamos jugaban al bridge una vez por semana.
También había una luz a la entrada del cine. El surtidor de agua estaba cortado. Ni un coche. Todo estaba en silencio. Dejando aparte las siluetas de detrás de la cristalera, se hubiera dicho que sólo quedaba yo en la ciudad. Notaba una sensación de vacío. Volvió el pánico. Estaba sola y no me quedaba ya ningún recurso en esta ciudad muerta. No me atrevía a buscar refugio en casa de Sylvie. Estarían sus padres. Tendría que darles explicaciones. No quería comprometerla. A lo mejor salía de este sueño. Pero ¿dónde iba a encontrarme? ¿En el dormitorio del internado?
Fui por la calle Royale con la esperanza de reunirme, en su café, con el tal Bob Brune que había conocido a mi padre. Le pediría que me ayudara. Andaba deprisa. Intentaba respirar de la forma más regular posible. El pánico seguía presente. En la calle de La Poste, el café estaba cerrado. Fui por la calle Royale en sentido contrario. Mis pasos retumbaban en la acera. La oscuridad no era completa. El escaparate de la librería estaba encendido. Y también la entrada del Hotel d'Angleterre.
Llegué al final de la calle de Le Paquier, a la altura de La Taverne. Me metí en los soportales. La entrada del Vox estaba encendida. Una mujer sentada detrás del cristal de la taquilla, donde se sacan las entradas. Caminaba al azar. Sentí vértigo. Giré a la derecha siguiendo los soportales. Mis pasos retumbaban más aún que en la calle Royale. Di media vuelta. Volví a pasar por La Taverne. Miré por la luna de la fachada. El local estaba vacío. Con la excepción de tres personas, al fondo del todo, en una mesa. Reconocí a la chica sentada en el asiento corrido: Gaëlle, una rubia, una antigua compañera del colegio Sainte-Anne. Ya por entonces se pintaba. Ahora trabajaba en una perfumería de la calle Royale. "



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