Las mujeres (fragmento)TC Boyle
Las mujeres (fragmento)

"Con todo, Miriam no sabía muy bien a qué atenerse cuando la invitó a su casa en Nochebuena. ¿Estarían allí sus hijos, ya mayores? ¿Su mujer? ¿Su madre? ¿La cómica ama de llaves de la trompetilla de la que tanto había oído hablar? ¿Sus amigos y sus socios? ¿Unos vecinos? ¿O estarían tan solo los dos, unidos en un apasionado abrazo como si no tuvieran más ataduras en el mundo?
Ya había anochecido cuando el taxi se detuvo ante la casa, que era pequeña, modesta y correcta, exiliado como estaba de la de Oak Park, que le había cedido a su mujer, y de las ruinas de su mansión de Wisconsin; y, si esperaba algo más majestuoso, una estructura colmada con la belleza, la inteligencia y la grandeza de Frank, hizo lo posible por disimular su decepción. Era algo temporal, lo entendía. También ella vivía una vida temporal, y al pensar en ello, sintió por él una oleada de emoción: ambos eran exiliados y sus destinos les habían hecho coincidir para consolarse mutuamente. ¿Podía haber algo más perfecto, más glorioso?
Llena de esperanza y amor —henchida, más concretamente—, recorrió aprisa el camino de entrada, poniendo cuidado en no pisar los trozos de hielo, porque no era cuestión de caerse y torcerse un tobillo; aunque incluso eso habría tenido su lado bueno: ella con la pierna delicadamente elevada ante la chimenea mientras él la asistía con un vendaje y una copa de champán, sus dedos trabajándole la carne, subiéndole por la pantorrilla y bajando, subiendo y bajando, rozando, palpando, acariciando… Pero allí estaba él, ante la puerta abierta y bañado en luz, vestido con chaqueta de esmoquin de terciopelo negro y pantalones orientales, el pelo iluminado por detrás como por el halo de un ángel. "



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