Amo y criado (fragmento)León Tolstoi
Amo y criado (fragmento)

"¡Menudo vendaval! Va a caer tanta nieve sobre nosotros que por la mañana no seremos capaces de salir, pensó, prestando oídos al aullido del viento, que azotaba el pescante, doblándolo y cubriendo de nieve sus tablas. Se incorporó y miró a su alrededor: en la blanca y ondulante oscuridad sólo se veía la negra cabeza de Mujorti, su grupa, cubierta con la tremolante manta, y la espesa cola anudada; por todas partes, delante y detrás, se extendía la misma oscuridad, uniforme, blanca y oscilante, que unas veces parecía aclararse un poco y otras hacerse aún más densa.
«He hecho mal obedeciendo a Nikita —se decía—. Teníamos que haber seguido; a alguna parte habríamos llegado. Al menos podíamos haber vuelto a Gríshkino para pernoctar en casa de Tarás. Ahora vamos a tenernos que quedar aquí la noche entera. Pero ¿qué era eso tan agradable en lo que estaba pensando? Ah, sí, que Dios recompensa a los que se afanan y no a los holgazanes ni a los gandules ni a los estúpidos. Tengo que fumarme un cigarro.»
Vasili Andreich se sentó, sacó la petaca, se tumbó boca abajo, protegiendo el fuego con un faldón de la pelliza, pero el viento se abría paso y apagaba una cerilla tras otra. Finalmente se las ingenió para prender una y encendió un cigarrillo. Estaba muy contento de haber conseguido lo que quería. Aunque el cigarrillo se consumía más por efecto del viento que por sus propias chupadas, consiguió dar tres caladas y se sintió más alegre. Volvió a apoyarse en el respaldo del trineo, se arrebujó en la pelliza y de nuevo se puso a recordar y a fantasear; de pronto, de manera completamente inesperada, perdió la conciencia y se quedó dormido. "



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