El navegante (fragmento)Morris West
El navegante (fragmento)

"Charlie Kamakau seguía trabajando de una manera increíble, pero ahora con un ritmo menos desesperado. Había accedido a usar las vendas que le enviara Sally para sus llagas, pero seguía obsesionado por la idea de que los antepasados le habían elegido para que fuera él quien gobernara esa parte de la montaña, y le mostró una increíble variedad de objetos y artefactos, todos ellos pruebas indudables de la elección y del favor místico. Rechazó de plano la propuesta de regresar al asentamiento de la playa. Aceptó recibir a Carl Magnusson, pero no quería que nadie más subiera mientras no hubiera limpiado y plantado toda la terraza. Decidió que él bajaría parte del camino para dejar frutas y verduras para el campamento y recibir en cambio pescado, pero con la condición de que los mensajeros fueran únicamente hombres. Charlie había terminado con las mujeres, y la sola mención de Bárbara desataba en él un frenético torrente de amenazas y obscenidades. Además, empezaba también a sospechar de Tioto, ya que si éste tenía miedo del kapu, eso quería decir que los dioses estaban disconformes con él... Esas entrevistas le alteraban los nervios, y Thorkild se sentía aliviado al alejarse y volver el rostro hacia el mar, donde al menos quedaban vestigios de razón, de risa, de felicidad.
Sin embargo, no todo era alegría. Jenny había empezado a mostrarse apática, y en varias ocasiones la habían encontrado llorando desconsoladamente, junto a la cascada o en algún lugar alejado de la playa. Sally Anderton lo atribuyó a la depresión típica del puerperio y procuró, en vano, ayudarla a superar su estado con admoniciones y cariño. Adam Briggs, que seguía cortejando asiduamente a Jenny, estaba sumido en silenciosa desesperación. Un día pidió a Thorkild que le acompañara a recorrer las redes de pesca, y mientras lo hacían le abrió su corazón:
–...y yo la amo, jefe, la amo tanto que es como un dolor continuo. Y también sé mejor que cualquier médico qué es lo que ella necesita... un hombre que la ame y le devuelva el niño que perdió, y le proporcione seguridad. Yo podría hacerlo, y sería feliz haciéndolo, toda la vida. Pero tal como ella está ahora, apenas si puedo acercármele. Dice que no soporta que la toquen, y al momento siguiente me dice que yo le gusto más que nadie. Cuando le pregunto si es porque soy negro, me jura que no, y llora, y dice que simplemente no puede dominarse... Me tiene preocupado, jefe. Usted no la ve mucho, últimamente; pero le puedo asegurar que Jenny se nos va. "



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