Los dramas de París (fragmento)Pierre-Alexis Ponson du Terrail
Los dramas de París (fragmento)

"En la silla de postas, cuya capota estaba echada hacia atrás, viajaban el conde y la condesa de Kergaz, en compañía de su hijo. Un niño de cuatro años que iba sen­tado entre ambos y charlaba sin cesar, extasiándose con el cascabeleo de los collarones que llevaban los cuatro briosos corceles que arrastraban el carruaje.
La familia de Kergaz regresaba de Italia a sus pose­siones de Magny sur Yonne, donde pensaban permanecer hasta mediados de diciembre, mes en que irían a París.
El conde Armando de Kergaz había salido de París ocho días después de casarse con la señorita Balder. Las delicias de su primer amor transcurrieron a orillas del mar de Sicilia y bajo los frondosos árboles de una villa en Palermo. Seis meses más tarde, regresaron al vasto y un poco frío palacio de la calle Cultivo de Santa Catalina, que ejerció un pernicioso influjo en la salud de la señora de Kergaz. Juana cayó enferma de cierta gravedad y los médicos le aconsejaron regresar a Sicilia, donde pocos meses más tarde la joven dio a luz un hermoso niño y recobraba su salud.
Tres años más continuaron en Palermo, en medio de los pinos de Italia, las adelfas y los sicomoros del jardín de aquella villa que dominaba el mar azul, bello como un zafiro, susurrante como una seda. Durante aquel tiempo, la feliz pareja no se acordó de Francia y menos de París, la grande y moderna Babilonia, donde los dos habían amado y sufrido. Pero un día vino a sus mentes la bella y poética región de Nivernais, donde Armando comprara unas tierras señoriales. Y cuando la nostalgia les atacó, decidieron regresar a su castillo, rodeado de copudas encinas y de un parque inmenso.
Se embarcaron rumbo a Nápoles, atravesaron Italia, visitando rápidamente Roma, Venecia y Florencia, con­tinuaron por la carretera de la Corniche y entraron en Francia por el departamento del Var, esa Italia mi­núscula. Quince días más tarde se encontraban en el camino de Nivernais, donde acabamos de encontrarlos, a unas seis leguas escasas del castillo de Magny. "



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