Un corazón bajo una sotana (fragmento)Arthur Rimbaud
Un corazón bajo una sotana (fragmento)

"Desde ese momento te adoré: adoraba, no tus cabellos, no tus omóplatos, no tu contoneo inferiormente posterior: lo que amo en una mujer, en una virgen, es la santa modestia; lo que me hace brincar de amor es el pudor y la piedad; ¡es lo que adoré en ti, joven pastora!…
Trataba de hacerle ver mi pasión; pero, por otro lado, mi corazón, ¡mi corazón me traicionaba! Yo sólo respondía con palabras entrecortadas a sus preguntas; en mi turbación, ¡varias veces le dije Señora en vez de Señorita! Poco a poco me sentía sucumbir a los acentos mágicos de su voz; terminé decidiendo abandonarme, renunciar a todo; y, a no sé ya qué pregunta que me hizo, me eché hacia atrás en la silla, puse una mano sobre el corazón, con la otra saqué de mi bolsillo un rosario cuya cruz blanca dejé pasar, y, con un ojo en Thimothina y el otro en el cielo, respondí dolorosa y tiernamente, como un ciervo a una cierva:
—¡Oh, sí! Señorita… ¡¡¡¡Thimothina!!!!
¡Miserere! ¡Miserere! — En mi ojo deliciosamente abierto hacia el techo cae de pronto una gota de salmuera, que resbala de un jamón colgado encima de mí, y cuando, todo rojo de vergüenza, despertando de mi pasión, bajé mi frente, me di cuenta de que en mi mano izquierda tenía, en lugar de un rosario, un biberón oscuro; — ¡mi madre me lo había confiado el año anterior para dárselo al hijo de fulana! — Del ojo que yo tendía hacia el techo se desprendió la amarga salmuera: — pero del ojo que te miraba, ¡oh Thimothina!, corrió una lágrima, ¡lágrima de amor y lágrima de dolor!
Algún tiempo después, una hora, cuando Thimothina me anunció una colación a base de judías y de una tortilla de torreznos, todo emocionado por sus encantos, respondí a media voz: —¡Tengo el corazón tan henchido que, mire, esto me arruina el estómago! — Y me senté a la mesa; ¡oh!, todavía lo siento, su corazón había respondido a la llamada del mío: durante la breve colación, ella no comió: — ¿No te parece que huele algo raro?, repetía ella; su padre no comprendía; pero mi corazón lo comprendió: era la Rosa de David, la Rosa de Jesé, la Rosa mística de la escritura; ¡era el amor! "



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