El soldado de Hesse (fragmento) "Durante cierto lapso hablamos de frivolidades, dirigidos por Alice, que actuaba tan cautelosamente como si caminara sobre trozos de vidrio. De repente Hunt nos relató su visita a los Heather. Entonces pasaron a primer plano aquellos extraños individuos que, refugiados en el Ridge como en un santuario –quizá porque en ese sector de Connecticut la tierra era muy barata–, se llamaban a sí mismos cuáqueros. Habían comenzado a establecerse hacía más de cincuenta años en nuestros pedregosos valles y highlands donde ahora vivían, por lo menos, veinte familias, que contaban con su propia meetinghouse. Sobrios, industriosos y decentes, soportaron varios años de guerra con tranquila resignación, aceptando la cólera de los demás y el clima hostil que los rodeaba, con paciencia y sin rencor, actitud que con frecuencia resultó más molesta e intolerable para sus verdugos que cualquier tipo de resistencia o iracundia. El pastor Dorset le respondió a Hunt que, al fin y al cabo, eran personas temerosas de Dios que, aunque renuentes a ayudarnos, ciertamente molestaban a los británicos. Hunt se hallaba de muy buen humor y suelto por primera vez desde hacía mucho tiempo. Servimos seis costillas saladas de buey, bien sazonadas y asadas, pero yo me abstuve de fomentar sus remordimientos, evitando la menor alusión a su gota. Comió, además, tres porciones de pudding hecho al baño María, regando todo con una botella de buen vino portugués. Se hallaba, por lo tanto, inclinado a la ecuanimidad. De ahí que aceptara el punto de vista de Dorset, aunque haciendo la salvedad de que en la gran batalla del Ridge los cuáqueros habían asistido en sus casas a los heridos ingleses. " epdlp.com |