Klein y Wagner (fragmento) "Se terminó el tango. Klein vio que Teresina permanecía un instante junto a su bailarín. Éste aún mantenía su mano izquierda a la altura del hombro. Vio cómo desaparecía lentamente el encanto del rostro de ella. La gente aplaudió y siguió con la vista a las dos parejas que regresaban a su mesa con paso ligero. El siguiente baile, que empezó tras una corta pausa, fue ejecutado por una sola pareja, por Teresina y su bello acompañante. Era un baile de fantasía, de complicada composición, casi una pantomima que cada bailarín bailaba sólo para sí y que se convertía en baile de dos únicamente en radiantes y unánimes puntos culminantes y en el galopante final, Teresina, con los ojos llenos de felicidad, pasaba volando con soltura y fervor; seguía con sus ingrávidos miembros las evoluciones de la música; en la sala se produjo un silencio y todos les miraban fascinados. El baile terminó con un violento torbellino en el que el bailarín y la bailarina sólo se tocaban con las manos y las puntas de los pies y giraban en círculo de forma báquica. En esta danza se tenía la sensación de que ambos bailarines, en sus ademanes y pasos, al separarse y volverse a unir en un constante perder y recobrar el equilibrio, reproducían sensaciones que todos desean profunda y secretamente, pero que sólo unos pocos afortunados experimentan tan simple, intensa y libremente: la alegría íntima de los hombres sanos, el aumento de esta alegría en el amor a los demás, el fiel acuerdo con la propia naturaleza, la confiada entrega a los deseos, sueños y juegos del corazón. Por un instante a muchos les apenaba que existiese tanta discrepancia y conflicto entre su vida y sus impulsos, que su vida no fuera ningún baile, sino un penoso jadeo bajo las cargas que, al fin y al cabo, ellos mismos se habían impuesto. " epdlp.com |