Irresponsable (fragmento)Manuel Podestá
Irresponsable (fragmento)

"El ambiente tibio, el silencio interrumpido por las vibraciones y los ruidos que venían de afuera, el confort de aquella sala, que parecía un negocio cerrado a la hora de la siesta; todo esto infundía calma a su espíritu y apaciguaba los latidos de su corazón sobresaltado.
Hacía vagar sus miradas por todos los rincones, de los que veía surgir de pronto un objeto cualquiera, que había pasado inadvertido, y que al fijarlo se le iba perdiendo poco a poco en la ofuscación de su retina debilitada.
Por una rendija entraba un curioso rayo de luz, estirado como un tul finísimo; lo siguió con la mirada y lo vio morir al pie de una consola dorada, cargada de objetos que le parecían animados; se figuraba que se codeaban, que se avisaban unos a otros que un intruso había ido a turbar su tranquilidad.
Detrás de las pesadas cortinas de damasco; le pareció que hubiese personas escondidas que le estaban espiando, y que algunos se mofaban de él: oía ruidos y crujidos extraños, miraba fijamente hacia la puerta de comunicación interior, esperando ver aparecer de improviso la figura de su amigo; estudiaba posturas, acomodaba los pliegues de sus faldones, plegándolos en donde una mancha inveterada quería ostentarse con descaro; tosía y acomodaba la garganta; se preparaba en la mejor actitud para no causar mala impresión, y para evitar, si realmente era espiado, que su situación fuera menos enojosa. A medida que percibía más claramente los objetos, las escenas iban cambiando, como cambiaban el color, la forma y la posición de los muebles que tenía por delante.
Impaciente, nervioso, abochornado por las impresiones que iba soportando, avanzó resueltamente hacia el costado más accesible del salón y abrió de par en par los postigos de una ventana.
Al dar vuelta, le pareció que estaba en otra casa.
La escena había cambiado totalmente, la luz había penetrado, como llevando a cada cosa un ropaje especial: los bronces, los brocados, las porcelanas, los tapices, las flores, estaban ahora como alegres, con sus colores vivos, resplandecientes.
Un gran espejo que reproducía a la distancia su figura, entremezclada con la turba de muebles, parecía mofarse de él, reflejando una imagen que tenía prestados, en ese momento, todos los matices de los jarrones de las consolas y de las mil chucherías que lo rodeaban. "



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