La caída de Luzbel (fragmento) "Tales fueran los grandes generales que al ejército el Todopoderoso de sus furores dio, todos iguales en celo y en lealtad, del ambicioso Luzbel y sus sacrílegos parciales enemigos sin fin, y el pecho honroso ardiendo en comunal alto deseo de hacer sus frentes de su pie trofeo. Únense en líneas, mil y mil se ordenan y millares sin cuento; blandamente sus grandes alas al plegarse suenan; y en rededor el delicado ambiente de olor de gloria y mil esencias llenan. Sigue a una voz el himno reverente de loor al Excelso; y acabado, de un vuelo el gran caudillo en medio alzado, cual un cometa hermoso: «Campeones, —les habla—, en quien su honor el Señor fía y alistó la lealtad en sus pendones, de Luzbel la sacrílega osadía visteis, y por sus locas sugestiones, la tercer parte de astros que servía obsequiosa ante el trono deslumbrada, de su inefable Autor mofar osada. ¡Insensatos! ¿Ignoran que su mano los sacó de la nada, y que si aleja de sobre ellos su aliento soberano, a nada tornarán? ¿Burlar se deja?, ¿o el rayo asolador enciende en vano? Este rayo nos da: su justa queja venguemos, y en nosotros el impío, de Dios sienta el inmenso poderío. Hijos suyos, esclavos venturosos somos de su bondad; serlo queremos, y estos son nuestros timbres más gloriosos. El con nosotros va: ¿de qué tememos? ¿Quién como Dios?». Los vítores gozosos no le dejan seguir, y a los extremos del infinito el eco los llevaba: «Dios, Dios, ¿quién contra Dios?», solo sonaba. Las prestas alas súbito desplegan entre salvas de bélica armonía, y más veloces que los rayos llegan del solar globo hasta la tierra umbría; con sesgo vuelo rápidos navegan del vasto espacio la región vacía, con quien el ancha tierra fuera nada, toda en sola una línea prolongada. " epdlp.com |