Aves migratorias (fragmento)Marianne Fredriksson
Aves migratorias (fragmento)

"Aquel alivio histérico precisaba compañía, historias graciosas y grandes risas. Así que la gente se resistía a regresar.
Los niños eran más listos y se quedaban dormidos en los brazos de las mujeres. Como los perros callejeros, que se echaban a dormir en el polvo de la calle como si no hu­biera pasado nada. Aunque habían sido los ladridos pene­trantes de los perros los que habían despertado a la gente cuando la tierra empezó a temblar.
Se acordó del gran terremoto que destruyó ciudades enteras en el sur del país. Ella era pequeña y estaba en los brazos de su padre, bajo unos soportales con arcos. Su pa­dre dijo que estaban construidos como los de los romanos y que aguantarían aunque ocurriera lo peor.
En Santiago se desplomaron algunas casas altas y ele­gantes. Los suburbios se libraron sin apenas daños.
Las agujas del reloj se aproximaban a las ocho, tenía que ir al trabajo.
En la guardería, mil variadas ocupaciones llenaban su tiempo y sus pensamientos. Una niña chilena tenía dolor de estómago, y Mira, que era la única que podía hablar con ella, se encargó de llevarla al médico. En el ambulatorio, la niña daba tales gritos que las dejaron pasar las primeras. «A veces viene bien este carácter chileno», pensó Mira.
El médico la examinó con detenimiento, pero no en­contró nada. «Seguramente es alguna inquietud que se le refleja en el estómago», dijo el médico, y Mira se acordó de que los padres de la niña estaban tramitando la separación.
Se lo dijo al médico, que con cara de pena le recetó un tranquilizante. En el camino de vuelta la niña se quedó dormida en la silla, mientras Mira iba pensando que casi todos los matrimonios chilenos que llegaban a Suecia se separaban.
Ella también lo había hecho, así que de eso entendía. "



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