Contra Los Galileos (fragmento) Juliano
Contra Los Galileos (fragmento)

"¿Para qué necesito llamar aquí testigos griegos y hebreos? No hay nadie que no extienda hacia el cielo sus manos cuando hace una súplica, y cuando jura por un dios o por los dioses, si tiene una noción general de lo divino, hacia ella se vuelve. Y no es extraño que sientan esto. En efecto, al ver que los cuerpos celestes ni aumentan, ni disminuyen, ni cambian en absoluto, ni soportan ningún influjo desordenado, sino que su movimiento está lleno de armonía, su orden es perfecto, la iluminación de la luna está regulada y que las salidas y puestas del sol están reguladas en estaciones eternamente reguladas, es natural que lo consideren un dios y trono de un dios. Pues lo que es así, ya que ni aumenta por ninguna añadidura ni disminuye por pérdida, situado fuera de todo cambio relativo a la alteración o mutabilidad, está purificado de la destrucción y generación, es inmortal por naturaleza e indestructible, libre de toda mancha; eterno y siempre en movimiento, como vemos, es llevado circularmente en torno al gran creador por el alma superior y divina que habita en él, de la misma forma en mi opinión que nuestros cuerpos por el alma que hay en nosotros, o habiendo recibido su movimiento del propio dios rodea su círculo infinito en un movimiento incesante y eterno.
Efectivamente, los griegos inventaron mitos sobre los dioses increíbles y prodigiosos. Así, afirmaron que Crono se tragó a sus hijos y después los vomitó; y también hablaron de uniones ilegales: por ejemplo, Zeus se unió a su madre y, tras procrear en ella, se casó con su propia hija, mejor dicho, ni siquiera se casó, sino que uniéndose simplemente a ella se la entregó después a otro. O bien los desgarramientos de Dioniso y cómo se volvieron a pegar sus piernas; de cosas así nos hablan los mitos de los griegos. Compara con ellos la enseñanza judía y el jardín plantado por dios, y como él modeló a Adán y después a la que fue su mujer. Y Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; démosle una ayuda semejante a él», que, sin embargo, no le ayudó en absoluto, sino que le engañó y fue, en parte, culpable para Adán y para ella misma de su caída fuera de la vida delicada del paraíso. "



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