La mano de la buena fortuna (fragmento)Goran Petrovic
La mano de la buena fortuna (fragmento)

"Y fue ahí donde todo comenzó. Al joven le pareció que el destino le había deparado la habilidad de la lectura total, y todos aquellos años de soledad, toda aquella alegría vana, y lancinante turbación, y pesantez de la tristeza, sólo habían sido para llevarlo a esa señorita de suaves yemas multicolores de los lápices al pastel. Ciertamente, él ya había tenido muchos encuentros, había saboreado en los libros la pasión de mujeres ardientes, pero nunca antes había experimentado tanta intimidad. Sí, comprendió, toda su existencia había sido sólo un penoso y demasiado largo preludio. Después de muchos meandros, la historia de su vida tomaba un curso lleno de sentido, cuyo cauce tenía una orilla en él, y la otra en esa hermosa joven...
Se iban conociendo con avidez, como si tuvieran prisa de acercarse, de comprimir esa distancia entre ellos para formar un torrente cada vez más crecido y más impetuoso. Esa misma mañana, por encima de los destellos de los templos griegos, y entre las ondulantes sombras de los cipreses, se enteró de que era hija del ingeniero minero César Houville, director de explotación y de los trabajos exploratorios en la Compañía Francesa de las Minas de Bor (Compagnie Française des Mines de Bor), una sociedad conocida también como La Concesión de San Jorge; supo que le gustaban las descripciones largas de la naturaleza y las novelas de amor con final feliz. "



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