Jugada de presión (fragmento)Paul Auster
Jugada de presión (fragmento)

"Era una hora tranquila y el local estaba casi vacío. Me senté al mostrador y estudié la carta, un objeto gigantesco con más entradas que la guía telefónica de Milwakee. Una camarera bajita y regordeta, con un uniforme almidonado de color escarlata, vino rebotando hacia mí para tomar el pedido. Sus cabellos teñidos eran algo más rojos que el uniforme, y la forma en que se mantenían en su sitio, a cuarenta centímetros por encima de su cabeza, desafiaba todas las leyes de la física newtoniana. Con sus pestañas postizas, sus brillantes pendientes dorados y sus pulseras tintineantes me recordó, no sé cómo, a un coche deportivo. Se llamaba Andrea y me llamó cariño.
Pedí un emparedado caliente de pavo y tres minutos después lo tenía delante de mí. Había tanta salsa en el plato que por un momento pensé que me habían servido un acuario. Pero tenía demasiada hambre para que me importara. Hasta los últimos mordiscos no me di cuenta de que en realidad no sabía mal. La camarera me dijo que nunca había visto a nadie comer tan deprisa, y le di un dólar de propina. Yo era un pez gordo que se pasaba el tiempo haciendo feliz a la gente. Santa Claus era mi segundo nombre. Salí del restaurante chupando un palillo mentolado. "



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