El último vuelo del flamenco (fragmento)Mia Couto
El último vuelo del flamenco (fragmento)

"Tal vez fuese un gran cansancio el que me hacía, a fin de cuentas, quedarme en aquella lontananza. Secretamente, había dejado de amar aquella aldea. O, si acaso, no era la aldea, sino la vida que en ella vivía. Ya no había en mí creencia que convirtiese a mi tierra en un lugar apetecible. Culpa del régimen vigente bajo el que existíamos. Aquellos que nos mandaban, en Tizangara, engordaban a espejos vistas, robaban tierras a los campesinos, se emborrachaban sin respeto. La envidia era su mayor mandamiento. Pero la tierra es un ser: le hace falta familia, ese telar de entre existencias al que llamamos ternura. Los nuevos ricos se paseaban en territorio de rapiña, no tenían patria. Sin amor por los vivos, sin respeto por los muertos. Yo sentía añoranzas de los otros que ellos habían sido alguna vez. Porque, al fin y al cabo, eran ricos sin riqueza alguna. Les hacía ilusión tener coches, tener brillos de gasto fácil. Hablaban mal de los extranjeros, durante el día. Por la noche, se arrodillaban a sus pies, cambiando favores por migajas. Querían mandar, sin gobernar. Querían enriquecerse, sin trabajar.
Ahora, en la linde del bosque, yo veía el tiempo desfilando sin que nunca ocurriese nada. Ese era un gusto mío: pensar sin tener nunca ninguna idea. ¿Me habría convertido, finalmente, en animal, en lógica de uña y garra? ¿Qué había hecho la guerra de nosotros? Lo extraño era que no me hubiesen matado a tiros a los quince años y que sucumbiese ahora en medio de la paz. No había fallecido de la enfermedad, ¿moriría ahora del remedio?
Fue en una de esas mañanas de retiro cuando oí voces. Surgían camufladas. Seguí los sonidos con mil cautelas. Se trataba de gente que intentaba no ser vista. Avizoré entre los matorrales. Entreví los bultos. Había negros y blancos. De bruces en el suelo, parecían excavar en el arcén de un atajo. "



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