Vacación hindú (fragmento)J.R. Ackerley
Vacación hindú (fragmento)

"Pareció muy turbado. Si no me gustaban los dulces indios, dijo, tenía unas masas inglesas que había comprado en Calcuta; pero me excusé por lo reciente del almuerzo, recordando que él no iba a Calcuta desde hacía más de seis meses.
Lo vi mirar con tristeza la bandeja cargada. Había esperado, dijo, que la compartiéramos. Era una gran desilusión. De hecho, parecía tan deprimido que sugerí que, ya que yo no me sentía inclinado a comer en el momento presente, quizás podría llevarme algo a mi casa para comerlo en otro momento.
Esto le pareció un plan excelente; su espíritu revivió de inmediato, y envió a su hijo con los dulces para hacer un paquete que yo me pudiera llevar. Pero en unos momentos volvió el niño para decir que lamentablemente no podía hallarse nada con qué envolver la comida; a lo cual Abdul, siempre con recursos, sacó del bolsillo un pañuelo sucio que le arrojó al niño. Tras lo cual, a despecho de mi negativa, pidió té, que trajeron, ya mezclado con leche y azúcar, en una tetera; pero debido sin duda a que no lo habían preparado con agua hirviendo, se lo encontró tan cargado de hojas de té que a duras penas goteaba del pico, y fue enviado de regreso a la cocina para que lo colaran. Acepté un vaso cuando al fin regresó, para compensar mi rechazo de la comida; pero estaba horriblemente dulce y tibio, y no bebí mucho. Poco después me marché, llevándome los dulces envueltos en el pañuelo de Abdul.
Por un día o dos los mantuve expuestos en un plato en mi sala, tirando unos pocos de vez en cuando, de modo que pareciera que los iba consumiendo. Dijo que no podía expresar su orgullo y satisfacción porque yo hubiera visitado su casa, casa cuyo alquiler, agregó, le costaba dos rupias mensuales.
Desde su exhibición de indecisiones hace unos días, Su Alteza no ha vuelto a hablarme del viaje. Las alusiones casuales que ha hecho implican que se ha resignado a lo inevitable; y aunque no cesa de quejarse de mala salud, parece decidido que partirá en cuatro días. Supongo que es culpa mía si no sé más sobre el tema. Como el plan original era que yo sincronizaría nuestras vacaciones, naturalmente traté de ponerlo en marcha, sintiendo que mi propio viaje dependía del suyo; y como mis estímulos aumentaron junto con su rechazo, sin duda me considera poco simpatizante con él en el tema, y no lo menciona. Pero ahora que, con las cartas de presentación y las invitaciones, y una cosa y otra, parece seguro que, independientemente de sus planes, yo partiré para Benarés el 19, no me importa que él haga su peregrinación o no. De modo que hoy cuando estábamos dando nuestro paseo en auto abordé cautelosamente el tema, para ver si lo estaba encarando con mejor ánimo. No era así. Estaba muy sombrío, y dijo que su salud no mejoraba, y que los remedios que le habían dado los médicos le hacían llorar los ojos. Le pregunté cuál era el objetivo exacto de la peregrinación, y me explicó que estaba obligado a consumar ciertos ritos religiosos en ciertos lugares sagrados para obtener absolución para las almas de sus ancestros. No había un castigo definido por no hacerlo, pero las almas quedarían necesitadas por toda la eternidad, y esta negligencia se contabilizaría en su contra y, junto con otras malas acciones que hubiera cometido, contribuiría a enviarlo al infierno y a demorar su pasaje por el ciclo de transmigraciones y reabsorción en el Espíritu Universal. "



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