Macunaíma (fragmento)Mário de Andrade
Macunaíma (fragmento)

"Entonces la mana le contó todo al curandero y que Pauí-Pódole estaba trepado en la enramada de la vucapúa, con su compadre el cocuyo Camaiguá. Al otro día de la mañanita Camán-Pabinque salió de camuatí suyo y halló a Pauí-Pódole graznando en la vacapúa. Entonces el yerbaterajo se convirtió en la tocandira Ilag y fue subiendo por el tronco, pero el Padre del Paují divisó a la hormigona y sopló un fuerte pío. Batió tamaño ventarrón que el hechicero se desbarajustó del palo, cayendo en las chamizas del soto-bosque. Entonces se transformó en la tacurí Opalá menorcita y se fue subiendo otra vez, pero Pauí-Pódole volvió a mirujear a la hormiguita, sopló y se vino un vientecito haciendo brisa que sacudió a Opalá hasta las andacaás de la soto-selva. Entonces Camán-Pambinque se convirtió en la lavapies llamada Meg, pequeñita, subió en la vacapúa, picó al Padre del Paují en el mero hoyito de la nariz, enrolló el cuerpico y trayendo la cuestión entre las tenazas, ¡zás! le chorreó ácido-fórmico. ¡Qué vaina ésa! ¡Raza! En eso Pauí-Pódole tendió un vuelo medio desperdigado por el dolor y estornudó lejos a Meg. El hechicerajo ni aunque queriendo pudo salir más del cuerpo de Meg, del puro susto que tomó. Y se quedó esa plaga más de la hormiguita-lavapies con nosotros… ¡Raza!
[...]
Macunaíma paró fatigado. En ese momento se irguió de la muchitanga un largo runrún de felicidad haciendo relumbrar más aún a las personas, los padres-de-los-pájaros los padres-de-los-peces los padres-de-los-insectos los padres-de-los-árboles todos esos conocidos que paran por el camperío del cielo. Y era inmenso el contento de aquella paulistanada mandando ojos de asombro pa las gentes, pa todos esos padres de los vivos brillando su morar en el cielo. Y todas esas apariciones de antes fueron gentes, después fueron las visiones misteriosas que hicieron nacer a todos los seres vivos. Y ahora son las estrellitas del cielo.
El pueblo se retiró conmovido, feliz, con el corazón lleno de explicaciones y repleto de estrellas vivas. Nadie se mortificaba ya, ni con el día de la Cruz del Sur ni con las máquinas fuentes-brotantes mezcladas con la máquina luz eléctrica. Fueron todos a casa a poner vellón debajo de la sábana porque por haber jugado con fuego aquella noche de seguro iban a orinar la cama. Se fueron todos a dormir. Y la oscuridad se hizo.
Macunaíma parado arriba de la estatua se quedó ahí solitario. También conmovido. Miró a las alturas. ¡Qué Crucero ni qué macanas! Era Pauí-Pódole y se percibía retebién de aquí. "



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