La dama del Tívoli (fragmento)Knut Hamsun
La dama del Tívoli (fragmento)

"Transcurrieron varias semanas en las que no volví a saber de la extraña dama. Irritado por mi propia candidez, cada vez estaba más y más convencido de que ella se había burlado de mí. "¡Bueno!", pensé, "sea como fuere, siempre es algo menos de qué preocuparse".
Una noche asistí al teatro a ver una obra de Ibsen, La unión de los jóvenes. En el curso del segundo acto, sentí de pronto cierta turbación, algo exterior que afectaba mis nervios, ese mismo malestar que había experimentado durante el concierto del Tívoli. Me volví de inmediato y encontré a la dama, su mirada febril fija en mí.
Retorné a mi posición, me atornillé a la silla e intenté concentrar toda mi atención en Daniel Heire, el protagonista de la pieza. No obstante, durante el resto de la noche me acompañó la desagradable sensación de tener la nuca horadada por aquellos ojos metálicos que nunca pestañeaban. Me levanté y abandoné el teatro sin esperar el final.
Estuve un par de meses ausente de la ciudad. A mi regreso, ya había olvidado a la dama del Tívoli. No había pensado en ella ni una sola vez. Desapareció de mi conciencia tan abruptamente como había llegado.
Una de las últimas noches de niebla, me encontré observando cómo la gente se chocaba entre sí por la calle Torv, entre la sopa popular y la farmacia del Elefante. Después de haber dedicado un buen cuarto de hora a este vagabundaje, decidí llegar por última vez a la farmacia antes de retornar a casa. Ya eran las once de la noche cuando comencé a aproximarme al local. La luz del farol más cercano me permitió percibir que alguien avanzaba hacia mí. Me hice un poco a un lado. La persona siguió el mismo movimiento. Corrí hacia el lado contrario, el izquierdo, para evitar una colisión. En ese momento, pude distinguir entre la niebla dos ojos que me atravesaron.
"La dama del Tívoli", pensé petrificado.
La mirada fija, las facciones extrañamente crispadas, una mano en su manguito, ella se dirigió sin rodeos hasta mí y sostuvo mi mirada un instante.
"Sí, era mi hijo", dijo con fuerza. Dio media vuelta y desapareció en la niebla. "



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