Después del invierno (fragmento)Guadalupe Nettel
Después del invierno (fragmento)

"El taxi que nos llevaba al hotel entró por fin en el boulevard Raspail. Ruth me cogió de la mano mientras miraba fascinada las calles de París y a sus transeúntes. Aunque nunca interrumpimos el contacto, la correspondencia entre Haydée y yo se fue haciendo cada vez más escasa desde que me instalé en Nueva York. En esos e-mails y tarjetas postales, enviados un par de veces al año, nunca hablábamos de nuestra vida sentimental ni de otros detalles cotidianos. Casi siempre se limitaba a hablarme de sus lecturas o de sus descubrimientos filosóficos. Sabía por terceras personas que ahora vivía con un chico de la India, al decir de Julián —en cuyo juicio confío totalmente— un virtuoso de la fotografía. Seguía ocupando el departamento de la rue Levy que consiguió por unos amigos de sus padres el mismo año en que yo dejé la ciudad y en el que celebramos varias veladas inolvidables. No podía imaginar en pareja a esa cubana que, al menos en la época en que yo la conocí, cambiaba de amante una vez al mes. Debía de ser un hombre excepcional aquel que hubiera conseguido domar su apetito insaciable. Se trata de una de las pocas mujeres que he considerado una igual a lo largo de mi vida. Ni siquiera con su prima Susana —por quien sentía un amor muy grande, mitad erótico, mitad paternal— tuve tanta complicidad. Haydée puede ser de una lucidez feroz y yo puedo ser con ella como soy, entero, en la cercanía más entrañable, en la dimensión atemporal de la franqueza absoluta. Pocas personas me conocen tanto como ella y por pocas me siento querido de una forma que me deja ser y me libera. Para mí, Haydée abre un espacio sin poses, sin máscara, donde la ternura y la verdad son posibles, también el silencio y la lealtad como don —y no como deber— son posibles. "


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