La nieve ardiente (fragmento)Yuri Bondarev
La nieve ardiente (fragmento)

"La noria de los aviones se había desplazado y giraba ahora en la retaguardia, al otro lado del río: los Junkers buceaban sobre los caminos de la estepa, detrás de unas alturas. Agotadas las municiones, parte de los aparatos se marchaba hacia el sur con zumbido cansino y entrecortado, en el cielo de latón, sobre el pueblo que ardía delante.
Y aunque los Junkers bombardeaban aún la retaguardia y alguien moría allí, Kuznetsov experimentó un breve alivio como si se hubiera arrancado al estado antinatural de abatimiento, impotencia y humillación que se llama en la guerra espera de la muerte.
En el mismo instante vio una bengala roja y otra azul que subían delante sobre la estepa y caían, después de describir un arco, en los incendios próximos.
Toda la ancha cresta y la pendiente suave del altozano que había delante del barranco, a la izquierda del pueblo, estaban envueltas en un velo de humo grisáceo y se desplazaban, rebullían y cambiaban visiblemente de configuración porque en ellas se movían, apretados y lentos, unos cuadrados grises y amarillentos, al parecer enteramente inofensivos, fundidos en una enorme sombra encima de la nieve que iluminaba, opaco en la humareda, el sol al levantarse sobre el horizonte de la estepa matutina.
Kuznetsov comprendió que eran los tanques, aunque sin experimentar todavía con toda agudeza el nuevo peligro después del ataque recién sufrido de los Junkers y sin creer aún en ese peligro.
La agudeza del peligro apareció al momento siguiente: a través del cendal ceniciento que se arremolinaba en las hondonadas en sombra llegó de pronto sordamente un trémulo sonido bajo, la vibración de multitud de motores, y surgieron más netos los contornos de aquellos cuadrados, de aquella enorme sombra compacta fundida en un triángulo oblicuamente alargado cuyo vértice desaparecía detrás del pueblo, detrás de la cresta de la altura.
Kuznetsov vio las máquinas de cabeza, que se bamboleaban pesadas y torpes, y los remolinos desgreñados de nieve que se enmarañaban impetuosamente y giraban en torno a las orugas de las máquinas de costado, cuyos tubos de escape arrojaban chispas. "



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