Reflexiones del señor Z. (fragmento)Hans Magnus Enzensberger
Reflexiones del señor Z. (fragmento)

"¿Por qué casi todo el mundo adorna las paredes de su casa con imágenes, aunque solo sea un póster o una foto vieja? Y los animales no nos van a la zaga. Piensen en las urracas, que roban todo lo que brilla para llevárselo al nido.
O el tilonorrinco, intervino nuestro zoólogo, dándole la razón. Sus ornamentos son de lo más lujosos. Construyen cabañas frente a las cuales disponen avenidas que decoran con centenares de conchas de molusco, plumas, caracolas y latas de Coca-Cola.
Así que todo el teatro», intervino el bachiller espigado, tiene un único objetivo: el celo.
¡Eso es! Todo el sentido reside en la seducción. Igual que ocurre con una fachada bonita, o con los trucos con que pretendemos dar algo de brillo a nuestro discurso. Sin embargo, ¿de verdad cree que todo eso solo tiene que ver con el sexo? Con la reducción al papel milimetrado y los dados, ni nuestros talentos ni nuestros sentidos se darán por satisfechos.
El odio con que nuestros arquitectos e inversores reciben los adornos me parece misantrópico. Invocan al pobre y medio sordo Adolf Loos, citando la única frase que creen conocer de él: El ornamento es un delito. Sin embargo, se trata de un malentendido. Loos tenía imaginación y valoraba la elegancia. Ellos, en cambio, se ahorran cualquier tipo de adorno porque solo piensan en sus réditos.
Nos veíamos venir otra perorata contra los arquitectos, pero lo escuchamos con atención porque siempre se le ocurría una variante nueva del tema. La casa es conservadora: está supeditada a la comodidad. Tienen tres intentos para adivinar quién dijo esa frase. Pues sí, fue ese mismo Adolf Loos que invocan los misantrópicos representantes del gremio de la construcción. Esa gente debería ir al oculista, pues erigen edificios en los que la visión humana no encuentra dónde detenerse y confunden la puerta de entrada con una ratonera.
Casi nos hacía pensar que él mismo vivía en uno de esos contenedores superpuestos, pero preguntarle al señor Z. por su dirección nos habría parecido impertinente. "



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