La profecía de Cloostedd (fragmento)Joseph Sheridan Le Fanu
La profecía de Cloostedd (fragmento)

"Esta tarde dirigió su paseo hacia los montes de Golden Friars. Mucho después, el paisaje, abajo, se hallaba en el eclipse del crepúsculo, mientras las amplias y desnudas faldas y los ángulos de aquellas gigantescas elevaciones permanecían todavía iluminadas por el velado sol poniente.
No hay mayor sensación de soledad que la que experimentamos bajo las mudas e inmensas cumbres de las grandes montañas. Elevados por encima del nivel del ruido y las moradas de los hombres, entre las extensiones agrestes y los rasgos colosales de la naturaleza, nos estremecemos en nuestra soledad con extraño temor y júbilo: estamos por encima de las molestias o compañías de la vida y de los temblores de un presentimiento irrazonado y difuso. El diáfano disco de la luna se había elevado por el este y ya bañaba levemente el sombrío paisaje de abajo, mientras Sir Bale permanecía aún en la madura luz de poniente, que aún rozaba las cimas de los picos opuestos de los montes Morvyn.
Sir Bale Mardykes no apresuró su descenso de las alturas, como hubiese hecho por prudencia un forastero, y se demoró mientras hubo un destello de luz. Porque desde su infancia estaba familiarizado con aquellas solitarias regiones; y, además, el delgado círculo de la luna, suspendido en el cielo oriental, alumbraría cuando se hundiese el sol, y colgaría como una lámpara sobre sus pasos.
Había en el rostro bronceado y decidido del baronet, iluminado ahora por los últimos rayos del sol poniente, un parecido con el de Carlos II —no nuestro «divertido» ideal, sino el rostro más enérgico y saturnino que nos han conservado los retratos.
Permaneció con los brazos cruzados, en la ladera, admirando a pesar de sus prejuicios los efectos extraordinarios de la perspectiva tan extrañamente iluminada: los matices del sol poniente sobre los picos opuestos, perdidos en el brumoso crepúsculo, se fundían ahora en la parte baja, en una sombra más densa, a través de la cual se veía oscuramente el perfil de los aleros de piedra y la torre de Golden Friars, y la luz de las velas o los fuegos en las ventanas.
Mientras miraba, se puso el sol, y un súbito crepúsculo cayó sobre él, recordándole la hermosa descripción homérica de un paisaje en que cada roca y farallón se recortaba bajo la luz de la luna. "



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