Tocar el agua, tocar el viento (fragmento)Amos Oz
Tocar el agua, tocar el viento (fragmento)

"Un hombre solo debe, ante todo, cuidarse muy mucho de no caer en la autocompasión. La autocompasión es nuestra mayor enemiga. Se puede reafirmar esta cuestión con un pequeño ejemplo tomado del ámbito profesional del propio visitante: desde hace tiempo, con enormes y perniciosas dificultades, están siguiendo la pista de un agente extranjero, comunista y evasivo, un incircunciso astuto y peligroso, un fulano unas veces llamado Stravinski, otras veces Davidson, el Siberiano, el Padre Nicodemo. Bueno, para no alargarnos inútilmente, sea cual sea el nombre de nuestro amigo, varias ramificaciones parten, según parece, de ese agente. Es decir, en otras palabras, es una especie de red tendida. Si lo analizamos desde determinado punto de vista, es un asunto halagador, ¿no cree? Exagerando un poco, se puede decir que el asunto nos provoca un orgullo nacional: hasta tal punto les producimos curiosidad. Hasta tal punto se molestan allí en honrarnos con agentes secretos de primer orden, de los expertos en el tema, de los solistas virtuosos, si se le permite trasladar una imagen del terreno del arte a nuestro terreno, que es el del vulgar melodrama. Es decir: ya nos consideran allí como un Estado digno de una atención seria. No se mete a una ballena en una botella pequeña. Pero en eso no estriba el meollo de la cuestión, sino en esto: si no estamos siguiendo una pista falsa, y esperemos que no sea así, parece que ese tal Stravinski, por su parte, está muy interesado en Pomeranz. Y al fin y al cabo, el problema y la solución se encuentran en el mismo versículo. Sean nuestras opiniones todo lo discrepantes que sean respecto a cuestiones como la justicia profética o la vida después de la muerte, en este asunto seguro que nosotros cinco estamos de acuerdo, sin la más mínima discusión, en que aquí se plantea una pequeña pregunta, una pregunta natural: ¿por qué muestra el mencionado padre Nicodemo ese vivo interés por un excelente relojero de la ciudad de Tiberíades? ¿Qué es esto, una comedia? ¿Una bufonada? ¿Por qué un espía ruso de primer orden habría de echarle el ojo a un extraordinario relojero de la ciudad de Tiberíades? Bueno, vamos a olvidarnos por un instante del aspecto práctico, nosotros no somos solamente unos cerriles e insulsos burócratas sacados de un relato de Gógol, y observemos la cuestión desde un amplio lado teórico. También desde un puro plano teórico, tal interés por parte de ese Siberiano en un hombre como usted es un fenómeno que requiere paciencia y perspicacia. "


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