El nazareno (fragmento)Sholem Asch
El nazareno (fragmento)

"Y entonamos versículos de los salmos, entre cada plato, y el rabí nos explicó las palabras del texto, y reinó gran alegría en la mesa. Bienaventurados los ojos que vieron todo aquello. Y cuando contemplé a la madre sentada entre sus hijos, y las lámparas ardiendo, y brillando la luz del sábado, y la casa tan limpia y ordenada, y el espíritu de Dios flotando sobre la mesa, porque todos hablaban de cosas santas, pensé entonces en aquella según el versículo: "Como la madre se regocija con sus hijos, ¡Aleluya!".
Y aquella noche nosotros, los discípulos, la pasamos en el patio de la casa del rabí, encontrando cada cual el sitio que pudo, porque queríamos todos estar con nuestro rabí por la mañana, e ir con él a la sinagoga. Porque así está escrito: "En la multitud del pueblo es la majestad del rey" y un rabí es semejante a un rey, y es honroso para el rabí que sus discípulos le acompañen prontamente, y nos encaminamos a la sinagoga que estaba situada en una altura y se veía desde todas las partes de la ciudad. Y cuando llegamos, la sinagoga estaba llena, porque todos sabían que el rabí vendría para las oraciones con sus discípulos, y esperaban ver si realizaría algún milagro como había hecho en otras ciudades. En el sitio elevado sobre la pared oriental, hacia el arco donde se guarda el rollo sagrado, estaban sentados el jefe de la congregación y los principales de la ciudad. El jefe de la congregación era un anciano, de larga barba blanca, y brillaba en su traje albeado del sábado. A uno de sus lados estaba sentado el guía de las oraciones, que era maestro de los niños, hombre en las fuerzas de sus años; era del sacerdocio, de los hijos de Aaron, y llevaba muy largos sus cabellos y tenía la barba peinada y rizada a la manera de los sacerdotes. Del otro lado estaba el asistente del jefe de la sinagoga, que era un hombre joven. Y cerca de ellos se sentaron los ancianos, ataviados para el sábado, con sus mantos de oro adornados de estolas. "



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